"Un poco más adentro y no lo cuento. Se paró en la traquea y pasó a milímetros de zonas vitales, como la yugular", aseguró en la mañana de ayer J. L. L. P., de 37 años, un vecino de Figueras (Castropol) que en una de las verbenas de las fiestas del Carmen de Tapia del año pasado estuvo a punto de perder la vida después de que un veinteañero de origen marroquí le seccionase el cuello con un objeto cortante. Aún se pregunta el motivo de aquel brutal ataque, puesto que no conocía de nada al joven que le agredió. Ayer estaba prevista la celebración del juicio contra el autor de este homicidio en grado de tentativa, Abdel A., quien aceptó en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial una condena de tres años de prisión. El acusado, defendido por el penalista José Carlos Botas, se reconoció autor de los hechos, y también ha pagado 17.000 euros de indemnización a la víctima.

El condenado tiene numerosos antecedentes y, según fuentes cercanas, los hechos delictivos en Navia han descendido de forma más que apreciable desde que este joven se encuentra en prisión, lo que da idea de su conflictividad. El joven lleva en la cárcel desde julio de 2017, aunque, con la condena impuesta por la Sección Tercera, podría acceder al tercer grado en dos meses.

La víctima aseguró a LA NUEVA ESPAÑA que aún es el día de hoy que desconoce los motivos por los que fue atacado por el acusado. "Renunciaba a la indemnización con todo gusto con tal de que estuviese un par de años más en la cárcel", aseguró tras abandonar la Audiencia, en la que no tuvo que testificar. Como aseguraba una de sus familiares: "Estuvo a punto de no contarlo".

Esa noche estaba con sus amigos en la verbena del Carmen. Hubo una joven que le recriminó que le hubiese quemado la chaqueta, pero él le contestó que no había sido él. Poco después apareció el acusado, quien, casi sin media palabra, le clavó un objeto punzante en el cuello. "De repente me vi sangrando a borbotones por el cuello", aseguró J. L. L. P. La herida era tan grave que tuvieron que llevarlo al HUCA rápidamente, donde permaneció nueve días ingresado. Este trabajador naval tardó casi dos meses en curar. Le queda una apreciable cicatriz que le cruza la parte izquierda del cuello.

En la mañana de ayer, durante la vista, el acusado reconoció los hechos, aunque no sin renuencia. La fiscal accedió a rebajar su petición inicial de cinco años de cárcel a tres, y retiró su solicitud de seis años de libertad vigilada, así como la prohibición de acercarse a la víctima, que el pasado abril renunció a las acciones que pudiesen corresponderle.

Cuando el magistrado presidente de la Sección Tercera, Javier Domínguez Begega, le preguntó al acusado si aceptaba la condena, éste respondió: "Me parece injusto, no estoy de acuerdo", aunque finalmente, tras dársele la oportunidad de reconsiderar sus reservas, aceptó plenamente la condena. Y es que tres años le parecen excesivos, porque "los presos marroquíes tienen pocos beneficios penitenciarios" en la cárcel de Asturias.