La catástrofe originada por la rotura de un dique de la compañía minera Vale en la ciudad de Brumadinho, en el sureste de Brasil, ha causado al menos 40 muertos y entre 250 y 300 desaparecidos. Un total de 366 personas han sido rescatadas hasta el momento, de las cuales 211 eran trabajadores de Vale y 145 empleados de empresas subcontratadas, de acuerdo con el último boletín de los bomberos. Un total de 23 están hospitalizados.

Otro de los diques de la compañía minera se encuentra en observación debido a las lluvias y ante el riesgo de un nuevo colapso que podría generar más daños en la zona.

Tras regresar del Foro Económico Mundial de Davos, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, sobrevoló la zona afectada en helicóptero y dijo que su Gobierno "hará todo lo que esté a su alcance" para "pedir justicia" y "prevenir nuevas tragedias" como esta o la ocurrida hace tres años en Mariana, de características similares y en la que murieron 19 personas. En medio de la conmoción y un vaivén de cifras sobre desaparecidos y rescatados, los bomberos mantienen la esperanza de hallar a más personas con vida, a pesar de que el número de víctimas mortales pasó de 11 a 40 en cuestión de horas. Las autoridades no han aclarado si entre los 40 fallecidos se encuentran los ocupantes de un autobús localizado entre el lodazal y en el que viajaban algunos empleados de la compañía que no sobrevivieron a la marea de residuos.

"Está todo el mundo desolado. Aún no dan informaciones sobre si está vivo, si está muerto y queda esa ansiedad enorme. No se sabe qué va a pasar y la espera es muy angustiante", dijo a Efe André Luis Dutra, psicólogo voluntario, de 34 años y que también trabajó asistiendo a las víctimas de Mariana. Para él, lo ocurrido en Brumadinho "no es un accidente, es una negligencia y un crimen" y alertó de que hay unas 400 presas similares en Minas Gerais que son auténticas "bombas de relojería". "¿Cuántas personas tienen que morir más para que las autoridades tomen alguna providencia?", se preguntó. Cerca de él se encontraba Giovani de Oliveira, de 22 años. Busca a su amigo de la infancia, quien trabajaba desde hacía unos cinco meses en el complejo minero como montador, y confía en Dios para que le traigan de vuelta. "Las personas no tienen noción de lo que está ocurriendo", afirmaba.

Para facilitar la asistencia a las víctimas y facilitar la llegada de recursos, las autoridades de Minas Gerais decretaron luto oficial de tres días y el estado de calamidad pública en el municipio de Brumadinho.

Con el drama aún no dimensionado, la Justicia cercó las cuentas de Vale y determinó, en dos procesos distintos, el bloqueo de 6.000 millones de reales de la compañía para el "inmediato y efectivo amparo a las víctimas y reducción de las consecuencias" de la catástrofe. El Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama), por su parte, aplicó a la minera una multa de 250 millones de reales por el desastre, mientras que el Gobierno de Minas Gerais estipuló a su vez una sanción de 99 millones de reales (unos 26,7 millones de dólares). El presidente de la mayor productora mundial de hierro, Fabio Schvartsman, pidió disculpas por lo sucedido y recalcó que Vale "es una empresa muy seria, que hizo un esfuerzo para dejar las represas de la mejor forma posible" después del desastre ocurrido en 2015 en Mariana.