Cristian García, el delincuente más buscado de Asturias, no pudo evitar ayer lo que consiguió durante dos años de aislamiento voluntario en un piso de Teatinos: eludir a la justicia. El joven de 23 años detenido el pasado 1 de febrero tras permanecer desde 2016 escondido para no hacer frente a 25 causas judiciales se enfrentó ayer a su primer cara a cara con un magistrado desde su apresamiento. En esta ocasión se trataba de la causa número 26, un delito de atentado por agredir a los policías que el mismísimo día de la detención le custodiaban en los calabozos del Juzgado.
El prófugo de la justicia hace apenas tres semanas vivió una larga jornada en los Juzgados de Llamaquique. A las siete de la mañana fue trasladado desde la cárcel de Asturias hasta las instalaciones y aunque su juicio estaba previsto para las 13.40 no entró a declarar hasta pasadas las tres. "Se está poniendo ya nervioso", admitía un policía a su letrado tras tratar de calmar al joven en los calabozos por la larga espera.
En esta ocasión, la Fiscalía le pedía nueve meses de cárcel. La defensa trató, sin éxito, de alcanzar el acuerdo y el joven dedicó sus escasas palabras a justificar sus actos. "Estaba alterado. No había tomado la medicación y eso me pone nervioso", dijo, para luego desmentir que golpeara a los agentes.
Al HUCA
"No agredí a nadie", apuntó antes de tomar sitio para escuchar cómo dos policías coincidían en señalar que les había lanzado puñetazos y patadas después de negarle la posibilidad de fumar y trasladarse a otra celda donde, señalaron, se autolesionó, golpeándose la cabeza contra la pared, motivo por el que fue trasladado al HUCA para ser asistido de sus lesiones.
El abogado incidió en atribuir los hechos a los problemas de Cristian con las drogas. "Sufre toxicomanía desde que era prácticamente un niño", dijo el letrado Nicolás Bartolomé Pérez, que antes de la vista corroboró las numerosas cuentas pendientes de su cliente con la justicia, pero les restó importancia. "En general son pequeños robos y temas sin gran importancia", dijo con afán de quitar peso a la etiqueta de "delincuente más buscado de Asturias".
Respecto al día a día actual, fuentes cercanas al joven señalan que trata de adaptarse a la vida en la cárcel después de los casi dos años que permaneció atrincherado en el piso de Teatinos donde amigos le suministraban víveres y drogas hasta ser pillados por la Policía. "Mientras está medicado lo lleva muy bien, pero la droga le dejó tocado", indica el entorno.