Hay además más pruebas de que los dos sabían que no obraban bien. El entrenador aconsejó a su novia que borrase el material. Ella no lo hizo, pero preguntó a un amigo cómo hacerlo con seguridad. Se trata de una joven universitaria, en tercero de Filología. Él dice que no se dio cuenta de la gravedad de lo ocurrido hasta que se vio en el cuartel de Villablino. "Lo empecé yo, pero como comentario jocoso, y al final, desgraciadamente, se llevó a cabo. No quisimos hacer daño a las chicas", aseguró. Ahora, tras los hechos, ha vuelto a tratamiento, por consejo de su madre, "porque no era normal". Eso sí, ahora no tiene ordenador.

Los agentes de la Guardia Civil que instruyeron las diligencias no tienen duda de que confesaron porque "se vieron pillados" y que "sabían perfectamente lo que habían hecho". La novia "se presentó al principio como víctima, que la tenía amenazada". Al final terminó declarando como investigada. Eso sí, facilitó todo el material que tenía en Whatsapp y el correo.

La naturalidad con la que se han tomado el asunto los acusados y el trato benevolente del fiscal dejaron ayer muy confusas a las jugadoras y a la presidenta del Grisú, Carmen Pintado. Las jugadoras llegaron a la Audiencia muy nerviosas y con lágrimas en los ojos y la abandonaron con una mezcla de incredulidad e indignación. "No podemos creer que se vayan a librar de la cárcel", aseguraban.

"Nunca lo hubiésemos esperado, parecían normales. Teníamos relación de equipo, pero iba más allá, salíamos a tomar alguna cerveza, éramos amigos. Ni siquiera sabíamos que estuviesen juntos", repitieron las jugadoras que pasaron -hasta una docena- ante el tribunal. La pareja, al parecer tuvo especial cuidado de no tomar fotografías de tres jugadoras muy concretas, con las que tenía una relación más cercana. "Cuesta tener confianza en el vestuario, temo que alguien tome fotos o me grabe", aseguró otra de las víctimas. El juicio sigue mañana con más peritos y los informes finales.