Un informe elaborado por una entomóloga desmonta la versión de José Enrique Abuín, el Chicle, ya que el estudio de los insectos hallados en el pelo de Diana Quer revela que estuvo al menos entre 20 y 22 días flotando en el pozo y no que el cadáver quedó sumergido la misma noche de la muerte.

La entomóloga Marisa Magaña Loarte atestigua que el estudio científico de los insectos que estaban en el cabello de Diana deja claro que la joven madrileña estuvo al menos entre 20 y 22 días flotando en el pozo de la nave de Asados, en Rianxo (A Coruña), en la que fue hallada casi 500 días después.

Se trata de un dato revelador aportado en la sesión sexta de la vista oral, la primera dedicada a la prueba pericial, puesto que con él quedaría desmontada la versión ofrecida por el único procesado por el crimen de la madrileña de 18 años, que ante el juez declaró que el cadáver había quedado sumergido la misma noche de la muerte.

La científica ha señalado que el hecho de que en el pelo de la chica fuesen encontradas "pupas de mosca" demuestra por sí mismo que esa especie había cumplido su ciclo natural, que dura veinte días, y que necesariamente el cabello tuvo que estar fuera del agua y no casi en el fondo del silo de diez metros de profundidad en el que la víctima estuvo 496 días.

El motivo: Esa especie no es acuática y, en consecuencia, "necesita oxígeno".

Por ello, ha concretado Magaña, Diana estuvo entre 20 y 22 días consecutivos flotando en el pozo o bien al menos 8 días al inicio y, después, otros 14.

El testimonio de la entomóloga contradice por tanto la versión de el Chicle en el sentido de que queda demostrado que el cadáver tuvo que ser contrapesado en una segunda ocasión, al ser mal lastrado en un inicio y emerger.

La versión de Magaña secunda la aportada por dos agentes de Criminalística que testificaron en el juicio que el Chicle primero pudo haber empleado sin éxito un cable endeble y luego otro más robusto, eficaz y con dos asas.

El empresario Juan Carlos Quer y Diana López-Pinel, padres de Diana, sufren a raíz de todo lo ocurrido un trastorno depresivo severo e importante por el asesinato, mientras que su otra hija, Valeria, además de este trastorno padece estrés postraumático, por lo que continuamente revive el calvario.

Es lo que ha contado este martes en el juicio la médico especialista en valoración de daño corporal Patricia Alcalá, que hizo un primer informe sobre la familia a petición de la acusación particular y ha explicado que la "espera agónica" por los 496 días que estuvo Diana en el pozo ha sido "terriblemente" dañina e interpretada, además, como "un capricho" de el Chicle.

"Cuando se baje el telón y se apaguen las luces, a los tres les quedará la soledad. Y el trastorno depresivo será más grave y con mucha complicación para superarlo alguna vez en su vida", ha dicho.

Esta experta ha comentado para apoyar tal argumentación que antes todos ellos hacían una vida normal y que el destrozo se va a "agravar" cuando se haga justicia, batalla que los mantiene en pie.

Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), dos médicos y dos psicólogas, que han comparecido al cierre de la sesión, han afirmado que Abuín no padece alteración psiquiátrica alguna que influya en su comportamiento y no aprecian sufrimiento psíquico en él.

El Chicle no está arrepentido según los forenses

El Chicle no está arrepentido según los forenses

El Chicle no está arrepentido según los forenses. Agencia Atlas

"Él mismo lo dijo, que estaba bien", ha remarcado una de las expertas que, como sus compañeras, ha destacado que el crimen no produjo en él un estrés postraumático y que tiene facultades cognitivas y volitivas plenas, por lo tanto no está alterada su capacidad para comprender.

Las psicólogas no han realizado un perfil sobre el acusado y sí un informe sobre su imputabilidad, que data de 2018, en el que se concluye que el Chicle era responsable de sus acciones.

Han determinado también que presenta resentimiento, que responde con rencor, pero que en cambio es capaz de controlar su ira, de no actuar compulsivamente y sí de tener una conducta tardía.

De hecho, las psicólogas han puesto como ejemplo que él mismo llegó a decirles que en una ocasión esperó un año para romperle los dedos a alguien que se había metido con su pareja.

Además, han detectado en él un trastorno obsesivo compulsivo, así como susceptibilidad ("fácilmente se siente ofendido"), intolerancia, falta de empatía y, junto a ello, tendencia a la atribución externa de responsabilidades.

Han contado que él llegó a declarar: "He tenido una situación horrible que hace que me sienta culpable", pero en cambio no han visto estrés postraumático ni "sufrimiento emocional" en el Chicle tras la muerte de Diana en agosto de 2016.

Rafael Cruz Casado, que preside la Asociación Internacional de Psicología de la Escritura en España, pericia que ha aportado la acusación particular, ha descrito a el Chicle, tras analizar sus cartas, como un hombre con tendencia al hurto y con instintos sexuales "sádicos y violentos", gran "habilidad para mentir y manipular" y nada de empatía.