Última jornada del juicio por las fotos subidas de tono a las jugadoras del Grisú en los vestuarios, hechas por una de las futbolistas para dárselas a su novio, el segundo entrenador del equipo. El fiscal rebajó sus peticiones de forma que los acusados no lleguen a entrar en prisión, con el pretexto de que no pueden imponerse a P. M. F., el entrenador, penas similares a un asesinato. Ellos pidieron perdón al final de la vista: "Nos arrepentimos mucho, es muy grave lo que hicimos". Las jugadoras estaban indignadas: "Se están riendo de nosotras. El fiscal ha actuado como un abogado defensor".

La jornada se había iniciado con la declaración de los agentes que registraron la casa de P. M. F. en Oviedo, quienes se sintieron asqueados por la suciedad reinante. "Era espantoso", resumió uno de ellos. Los acusados negaron con la cabeza cuando se les preguntó a los agentes si había copias de las fotos, ya que en la casa había una máquina clonadora. Hasta ese momento todo había sido complicidad, sonrisas y hasta empujones cariñosos.

El tono se puso más grave cuando el agente de la Ertzaintza que investigó el caso de la adolescente de 14 años a la que P. M. F. sacó fotos pornográficas indicó que este le había pedido a la cría "sexo anal y otras cosas explícitas". El entrenador le insistía en tener sexo, aunque él niega que lo dijese en serio.

El plato fuerte del juicio llegó con la declaración del psiquiatra Julio Bobes, quien amarró la tesis de que P. M. F. sufre de un trastorno de fetichismo y otro de inmadurez que limitan su capacidad para controlar sus impulsos. No solo eso. Sufre una depresión de larga duración, ideación suicida y desmotivación. En definitiva, es "una mina" para la investigación psiquiátrica. Su novia no le va a la zaga. Es fácil de manipular, con una infancia dañina, marcada por los malos tratos de un padre enganchado al alcohol y el juego. Al final, indicó que lo mejor para el entrenador era que siguiese un tratamiento de por vida fuera de prisión.

En sus conclusiones, el fiscal Ismael Tascón quiso introducir "sentido común". Pidió inicialmente 29 años y tres meses de cárcel para P. M. F. y siete años y medio para A. F. G. "Es una cantidad que no puede ser, por encima de un asesinato, es necesario hacer más racional lo jurídico". El entrenador, añadió, sufre un trastorno grave y si se le metiese en la cárcel saldría una persona destrozada. "La cárcel no es el lugar correcto para que siga un tratamiento", recalcó. "No estamos ante un violador o un agresor sexual. Con nuestra propuesta estará a tratamiento casi de por vida, estará alejado de sus víctimas, merece una segunda oportunidad". La defensa del entrenador, a cargo de Yolanda Rodríguez, abundó en lo mismo: "Si entra en prisión, no le vamos a poder salvar".

"Se lo inventan"

El letrado de once de las jugadoras del Grisú, Jaime Carvajal, insistió en que no estamos ante "dos trastornados", sino ante un caso de pornografía. "No había nada anormal en ellos, sabían que lo que hacían estaba mal, sus males psiquiátricos se los están inventando", indicó. Alberto Rendueles, que pide hasta 34 años de cárcel, puso en duda que si se aplica la solución del fiscal, P. M. F. vaya a seguir el tratamiento. "¿A qué extremo podrá llegar? Es un potencial violador. En prisión puede tener la medicación. Si no tiene un escarmiento, pensará que le saldrá gratis cualquier cosa. Que entren en la cárcel y se vea la evolución", reclamó.