En la madrugada del lunes una gijonesa llamó a la Policía Nacional pidiendo auxilio: su madre estaba a la altura de la escalera 15 de la playa de San Lorenzo con la intención de suicidarse. El cuerpo movilizó a cuatro de sus agentes del Grupo Operativo de Respuesta (GOR), que acabaron viendo a las dos mujeres atrapadas en el mar y a punto de ahogarse, con el agua hasta la altura del pecho, mientras eran arrastradas por la corriente. Lo dramático de la situación obligó a los agentes a lanzarse tras ellas sin pensarlo dos veces y, aunque reconocen que el rescate fue "muy arriesgado", las dos afectadas descansan ahora en sus casas y se recuperan favorablemente. "No recordamos una actuación similar a esta; todo fue tan sorpresivo que no tuvimos tiempo para planificar nada. Por suerte, salió bien", agradeció ayer el agente Carlos Llamazares.

El GOR es un equipo especializado en actuar en intervenciones concretas en las que el cuerpo policial pueda necesitar refuerzos. Actúan principalmente por las noches, y en Gijón están acostumbrados a bloquear robos con fuerza y a rescatar a colectivos oprimidos, como víctimas de violencia de género y menores en riesgo. La tasa al alza del suicidio en la región, sin embargo, les está obligando a diversificar su campo de acción. "Este tipo de desgracias ya no son algo esporádico, es cierto, pero tampoco se está volviendo algo habitual, mucho menos en escenarios tan graves", matizó Llamazares.

La actuación de este lunes, ahora que los agentes reconocen que ya se les ha pasado "el subidón del momento", empezó con una llamada "confusa", porque la hija de la afectada no fue muy clara en su mensaje y el GOR creyó que las dos estaban en la escalera del Muro y no en el mar. "Cuando llegamos allí y no vimos a nadie tuvimos que volver a llamar a la centralita. En una segunda llamada ya no la podían escuchar bien por el viento, pero sí escucharon algo con la palabra 'arena', así que bajamos y nos separamos para buscar", concretaron. La oscuridad, el viento y la mala mar alargaron aún durante unos minutos más la localización. "Cuando por fin las vimos, tampoco lo tuvimos muy claro porque la hija tenía sujeta a la madre y no hacía llamadas claras de auxilio. Luego ya comprendimos que era porque la señora no podía tenerse en pie y si la soltaba, se le ahogaba. Ahí ya nos lanzamos al agua", completaron.

Los cuatro valientes formaron una especie de "cadena humana", con uno de ellos avanzando al frente, otro intentando dar luz y otros dos encargados de sujetar a las víctimas. Calculan que el rescate, al final, no se alargaría durante más de cinco minutos, pero también estiman que la afectada llevaba ya al menos diez en el agua. "La hija solo estaba mojada, pero la señora ya no podía hablar de la hipotermia que tenía. Fue una suerte que todo haya salido bien; nadie te prepara para esto", reconocieron.

La hazaña se le quedará especialmente marcada a Nel Huelga, uno de los rescatadores. Este gijonés de 33 años lleva desde julio haciendo prácticas y nunca antes se había visto obligado a actuar en un caso similar. "En la academia di clases de rescate acuático, pero, claro, en una piscina", reconoció el varón, que pese al susto no ha perdido las ganas de ser policía: "La sensación que te da haber ayudado a salvar una vida no está pagada".