"Fue una tremenda desgracia, un golpe de mala suerte". Lo dicen consternados los familiares de Kevin Emmett Ortea. Un noreñense de 41 años, residente en Infiesto, que perdió la vida en un trágico accidente de moto cuando volvía a su casa en la tarde del sábado. Para sus amigos y familiares "ha sido un shock". Los mensajes de condolencia llegan por doquier, pues como recuerdan los que le conocían "era una persona muy querida que tenía amigos en todos los sitios".
Emmet era actualmente soldador, pero "un hombre multiherramienta" que se había dedicado a múltiples profesiones. Se había movido mucho y llevaba ya una década en Infiesto, donde se había casado. Tenía un hijastra de 20 años y un hijo de 10. La desgracia se cebó con él en un fatídico accidente al regresar a casa. Todo ocurrió muy rápido, al salirse de la calzada en la carretera nacional a la entrada de Infiesto (N-634), pasado el bar de la Reboria, llegando al cruce de Castiello. Emmett perdió el control de la moto y se golpeó contra el guardarraíl. Murió en el acto. La moto salió despedida a cien metros de distancia.
Su perdida ha causado un tremendo dolor en Noreña e Infiesto. En ambas era muy conocido y tenía muchos amigos, que ayer no se explicaban lo ocurrido. Ante todo, sus allegados le describen como una persona "extrovertida", que hizo amigos "allá donde fue". "Revoltoso" en su juventud, cuando aún conservaba la nacionalidad escocesa -por su padre, nacido y residente allí-, uno de sus primos, Borja Ortea, recuerda anécdotas vividas: "Cuando tenía 16 iba a coger la nacionalidad española, y yo le decía que Rufi (su madre, profesora de inglés muy conocida en la Villa Condal) iba a conseguir que acabara haciendo la mili", recuerda nostálgico Ortea.
Su vida fue "una ida y venida". Muy cercano siempre a sus amigos, estudió primero módulos de cocina, que finalmente no concluyó. Trabajó mucho tiempo en la hostelería de Noreña. En establecimientos tan representativos como La Cuadra de Antón o el Bar Paco. También llegó a regentar un bar en Infiesto. Finalmente se decantó por la fontanería y la soldadura. Trabajó en la construcción y recientemente acababa de volver de Francia, donde había estado trabajando en una empresa naval. " Lo pasó mal los años de la crisis, por el hecho de estar moviéndose de un sitio para otro", explica Ortea. Era hijo único, aunque tenía varios primos. Entre sus principales aficiones se encontraban los vehículos. Ya fueran motos y coches. "Había tenido cuatro coches y potras tres motos. Ya había desguazado alguna y tenido alguna lesión", apuntan las personas de su círculo, que también recuerdan su afición al submarinismo.
Sus cenizas se recibirán hoy a las doce de la mañana, en la iglesia parroquial de Infiesto, donde se celebrará el funeral con un aforo limitado a 125 personas.