El hijo de la presunta asesina de Isaac Guillén, el policía local de Catarroja jubilado postrado en una silla de ruedas por una enfermedad degenerativa, ha confesado ante la Policía Nacional que participó, junto con su madre, en el asesinato del marido de ella y que lo hizo bajo amenazas. Fueron sus primeras palabras nada más ser detenido, a las doce de la mañana de ayer, en casa de sus abuelos, adonde se había ido a vivir tras el arresto de su madre, el martes pasado, por la muerte violenta de Isaac.

Tal como ha venido publicando Levante-EMV, Beatriu F. C. fue detenida el martes por la tarde en su domicilio de València, en el barrio de En Corts, horas después de que agentes del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de València hubiese encontrado el cuerpo enterrado de Isaac en una fosa excavada en un terreno que la presunta asesina había alquilado mes y medio antes de la desaparición de su marido en la urbanización El Coscojar II, en Godelleta.

En ese momento, la Policía Nacional ya sospechaba de la implicación del hijo de Beatriu e hijastro de Isaac, un adolescente de 17 años, pero los agentes decidieron no detenerlo hasta avanzar más en la investigación para tratar de acreditar que, como mínimo, había ayudado a su madre a trasladar el cuerpo desde València hasta Godelleta y a enterrar a su víctima.

También tenían la convicción de que el joven había participado en la excavación de la fosa, un agujero de dos metros de largo por uno de ancho y más de un metro de profundidad, abierto en el lateral de la parcela que Beatriu F. C. había alquilado al dueño en el mes de octubre.

Nada más detenerlo, el adolescente accedió voluntariamente a confesar los hechos. El chico prestó declaración ayer tarde en las dependencias de Homicidios, en la Jefatura Superior de Policía, y esta mañana será entregado a la Fiscalía de Menores de València.

Al tratarse de un menor de edad, esa es la jurisdicción que debe dirimir su responsabilidad penal y la que debe fijar las posibles medidas cautelares. Su madre, sin embargo, será entregada hoy en el juzgado de guardia ordinario.

Según la versión que ha relatado el adolescente, cuyo nombre omite este diario al tratarse de un menor de edad, su madre maltrataba a su padrastro y a él lo tenía atemorizado, sobre todo después del homicidio de Isaac.

El joven ha explicado que se vio en la obligación de ayudar a su madre en su macabro plan porque le amenazó, antes y después. De hecho, detalló que Beatriu F. C. le habría llegado a decir que, si acudía a la Policía para contar lo sucedido, declararía en su contra y le acusaría de ser el único autor del asesinato.

Sin embargo, no todo eran amenazas. El adolescente ha asegurado que, para premiar su silencio y su complicidad, le hacía regalos, tales como videojuegos. El joven, como la mayoría de los chicos de su edad, es aficionado a ese tipo de entretenimiento y a la cultura japonesa, pero también al ajedrez, deporte en el que se había presentado a varios certámenes.

Estrangulado hasta la muerte

El joven también confesó a los investigadores que la muerte de Isaac Guillén se produjo por estrangulamiento, extremo que ya ha confirmado la autopsia, aunque al parecer los forenses han visto otras lesiones violentas compatibles con un traumatismo muy violento.

Los forenses prevén que aún tardarán unos días en concluir el estudio del cuerpo, que estaba en estado de saponificación parcial, lo que ha permitido que se conserven buena parte de los tejidos blandos y facilitará el trabajo de necropsia.

La primera noticia de la ausencia de Isaac Guillén fue la denuncia que interpuso su mujer, Beatriu F. C., el 5 de diciembre en una comisaría de València. En ella, le acusaba de abandono de familia y contaba que él se había ido voluntariamente después de pedirle que lo llevara el día 1 de ese mes a un bar de Xirivella, a celebrar un bar con amigos. Sin embargo, esa fiesta nunca existió.

Beatriu no explicó entonces por qué había tardado tanto en denunciar. Un día después que ella, la familia de la víctima, que sufría una enfermedad degenerativa llamada ataxia cerebelosa, fue a otra comisaría e interpuso una denuncia por desaparición.

Desde el principio, la mujer fue la principal sospechosa, sobre todo después de aportar una sucesión de mensajes, enviados desde el móvil de la víctima, en los que el autor la liberaba a ella de responsabilidad y pedía respeto por su decisión de morir. En pocas palabras, que anunciaba su muerte voluntaria, hundido, según ella, por el inexorable avance de la enfermedad. Pero eran falsos: casi siete meses después la Policía descubrió el cadáver de Isaac después de que ella los llevara, sin saberlo, hasta la parcela donde lo había enterrado en una fosa sobre la que incluso dejó la silla de ruedas de su víctima, tal como adelantó ayer Levante-EMV.