El hijastro de 17 años de Isaac Guillén, el policía local de Valencia jubilado por una enfermedad degenerativa que lo mantenía inmovilizado en una silla de ruedas desde hace meses, ha confesado a la Fiscalía de Menores que fue su madre quien estranguló con cuerdas al hombre después de que ambos lo arrojasen vivo a la fosa excavada en la parcela que la presunta asesina, Beatriu F. C., había alquilado apenas mes y medio antes del crimen, posiblemente con la intención de sepultar allí a la víctima.

El escalofriante relato del menor, que confesó los hechos y su participación en los mismos desde el mismo instante en que la Policía Nacional le anunció su detención, el jueves a las 12.00 horas, incluye detalles escabrosos de cómo su madre se habría deshecho del que fuera su marido en lo que parece un crimen por motivos económicos, pese a que ella ha intentado aparentar desde el primer momento, incluso con el envío de mensajes falsos, una supuesta muerte buscada voluntariamente.

El hallazgo del cuerpo el pasado martes, cuando la principal sospechosa de la desaparición de Isaac llevó a la Policía sin saberlo a pie de fosa -la siguieron cuando subió al terreno alquilado en Godelleta (Valencia) para dejar un jacuzzi que acababa de comprar, tal como informó en exclusiva este diario-, ha puesto en evidencia que ha mentido desde el primer día.

Es más, el detallado relato incriminatorio, para él y para su madre, del adolescente casa en cada detalle con lo hallado por la Policía, por una parte, y, sobre todo, con lo observado por los forenses durante la autopsia.

Tierra en los pulmones

Así, lo médicos han detectado tierra en el aparato respiratorio de la víctima, lo que confirma que seguía con vida cuando le arrojaron las paletadas de tierra encima. No fue el único acto de crueldad.

Sobre el cuerpo, además de los sacos de cal viva con que lo cubrieron para acelerar la destrucción del cuerpo -la lluvia caída, en mezcla con ese óxido de calcio, provocó justo la acción contraria y favoreció la saponificación del cadáver-, los agentes de la Policía Científica y del grupo de Homicidios que lo desenterraron pala el martes pasado encontraron un bloque de hormigón. Al parecer, la presunta responsable de la planificación y ejecución del asesinato de Isaac Guillén Torrijos trató de matarlo a golpes una vez que vio que seguía vivo.

Finalmente, al ver que no lo conseguía, según ha contado ahora el chico, ordenó a su hijo que le diera unas cuerdas que llevaban y ella misma se las ató al cuello a Isaac, cuando estaba ya tendido dentro de la fosa, y lo estranguló para rematarlo, aunque, a tenor de los hallazgos forenses, no llegó a producirle la muerte, sino que únicamente lo dejó inconsciente.

Ocurrió en Godelleta

Hasta el hallazgo del cuerpo, no estaba claro si el asesinato se había producido en el piso familiar, en el valenciano barrio d'En Corts, o en otro punto. El martes, cuando los investigadores desenterraron el cuerpo, empezó a cobrar fuerza la hipótesis de que lo había asesinado a pie de fosa, en Godelleta.

Eso explicaría que saliera de casa, a plena luz del día, con Isaac sin llamar la atención de los vecinos. El vehículo de la víctima disponía desde hacía dos años de grúa para poder introducir y extraer la silla de ruedas eléctrica con la que se desplazaba desde que la enfermedad había reducido a mínimos su movilidad.

Por esa razón, Beatriu podía manejar sin problemas a Isaac en los desplazamientos. Así, la Policía sospecha que el día 1 de diciembre, cuando dijo que su marido había desaparecido tras dejarlo a la puerta de un bar de Xirivella para acudir a una fiesta que después se demostró inexistente, lo que hizo en realidad fue dar vueltas con la víctima en el coche hasta que decidió ir a la parcela alquilada en la urbanización El Coscojar II de Godelleta.

Las malas hierbas ocultaban la silla de ruedas

En ese viaje, según ha detallado ahora su hijo, estaba presente este y ya llevaban todo lo necesario para matar y enterrar a Isaac, entre otras cosas, los sacos de cal. Así, habrían desplazado a la víctima con la silla hasta el borde del agujero excavado con anterioridad y Beatriu F. C. habría acabado presuntamente con su vida, después de lo cual simuló que el hombre le había seguido enviando mensajes en los que pedía que la exoneraran a ella e insinuaba que se había ido voluntariamente para buscar su muerte, hastiado por la enfermedad.

Tal como publicó este diario, una vez tapado el cuerpo con la tierra, la aplanaron y Beatriu dejó allí, sobre la fosa, la silla eléctrica de su marido, invisible desde la distancia gracias a que las abundantes lluvias caídas desde el principio -el pasado diciembre fue el segundo más lluvioso de los últimos 152 años- poblaron el terreno de malas hierbas y arbustos de más de un metro de altura.

Tanto la principal acusada como su hijo han sido internados, ella, en la cárcel de Picassent, y él en un centro de menores en régimen cerrado. La Fiscalía de Menores ha fijado un periodo inicial de seis meses de internamiento para el chico, que se podría prorrogar si en ese tiempo no se puede celebrar el juicio en su contra.

Al tratarse de un menor, será un juez especial quien determine su responsabilidad penal, mientras que su madre será enjuiciada por la justicia ordinaria en un proceso que discurrirá en paralelo al otro. De momento, la causa contra Beatriu F. C., de 41 años, la instruye la jueza titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Mislata.