Parecía que iba a ser un agradable viaje en tren de vuelta a la normalidad, pero los problemas empezaron cuando no llevaba ni una hora sentada en el vagón. Una agente del Cuerpo Nacional de Policía destinada en Zaragoza se vio obligada a intervenir el pasado domingo para calmar a un pasajero del tren que acababa de partir de Gijón rumbo a Madrid. El hombre, que se había montado en Mieres, había herido al revisor del tren y había provocado importantes desperfectos en el vagón que se le había asignado. No atendía a razones y se mostraba muy violento.

"Al poco de salir de Gijón vi pasar por mi vagón a dos personas muy alteradas que decían que había que parar el tren cuanto antes porque había un señor muy violento, así que me identifiqué como policía y les acompañé al lugar donde estaba el acusado", recordaba ayer la policía en conversación con este periódico.

La agente, que prefiere no desvelar su identidad, había pasado unos días en Gijón, de donde es originario su marido. "Cuando llegué a donde estaba el señor en cuestión estaba muy violento. No dejaba de gritar y de romperlo todo. El revisor había corrido a esconderse en la cabina del conductor del tren y tuve que utilizar mucha de la psicología que he aprendido en veinte años en el cuerpo para calmar al hombre", recuerda la funcionaria.

Su talante resultó eficaz. Tanto que el violento pasajero acabó deponiendo su actitud hasta que el tren paró en Campomanes (Lena). Fue entonces cuando el acusado volvió a ponerse nervioso. Había visto por la ventanilla a los agentes de la Guardia Civil del puesto de Lena que habían acudido a detenerle y no quería salir. "Yo había alertado a la sala del 091 de lo que estaba pasando y sabía que iba a haber agentes armados esperando, pero tuve de nuevo que convéncele de que hablaría con ellos y que todo iría bien", recuerda.

Lo que no esperaba esta zaragozana es que al volver al asiento del tren los pasajeros respondieran a su actitud con un sonoro aplauso. "La verdad que me sorprendió mucho, actué por instinto y sin pensar lo que podía pasar, eso es algo que aprendes siempre en el cuerpo", remata ya desde Zaragoza, adonde llegó tras hacer escala en Madrid y con una nueva historia que contar en su currículum profesional y vital.