Dos sudamericanos, un uruguayo de 66 años y un ecuatoriano de 43, ingresaron ayer en prisión como presuntos autores del homicidio del avilesino Laudencio Vallejo Trancón, de 61 años, asfixiado en un bajo de la calle Planas de Valencia en la tarde del jueves de la semana pasada. Laudencio Vallejo, "Laudi", llevaba años afincado en la Comunidad Valenciana. Hace unos años tuvo un restaurante en Alicante, y tras una época desgraciada, se había instalado en Valencia, donde se dedicaba a recoger antigüedades y muebles de segunda mano que luego revendía en el rastro de la capital del Turia.

Todo apunta a que la muerte de Laudi se produjo en el curso de un robo que salió rematadamente mal. El pasado jueves, sobre las cuatro y media de la tarde, los vecinos escucharon fuertes voces en el bajo donde Laudencio Vallejo vivía y tenía su almacén de muebles, y donde guardaba además su furgoneta, una Peugeot blanca. Cuando llegó la Policía, los agentes encontraron el cuerpo inerte de Vallejo. Lo habían maniatado y amordazado con cinta adhesiva. También estaba el uruguayo implicado en el crimen, que se resistió a la detención y tuvo que ser reducido en el suelo. Una hora después hallaron al ecuatoriano, el otro implicado: había estado todo el tiempo escondido bajo la furgoneta del avilesino y fue descubierto cuando los agentes se disponían a realizar la inspección ocular.

Laudencio Vallejo llevaba una vida al parecer tranquila. Después de haber superado sus problemas con el alcohol y tras su paso por un centro de rehabilitación, en los últimos años no parecía tener problemas económicos. De hecho, según sus conocidos, solía portar bastante dinero en metálico de la compraventa de antigüedades porque no era muy afín a los bancos y a las tarjetas de crédito. Esto puede ser lo que atrajera a sus dos presuntos homicidas, según la hipótesis del robo que se maneja. Aunque también se investiga si el fallecido había contraído algún tipo de deuda.

Los primeros resultados de la autopsia confirmaron que el sexagenario murió como consecuencia de una asfixia mecánica por obstrucción de vías respiratorias, como apreció el forense que acudió al levantamiento del cadáver y realizó una primera inspección ocular del cuerpo.

Una de las cuestiones pendientes de determinar es la voluntariedad de los presuntos homicidas a la hora de acabar con la vida de Laudencio, o si la víctima se asfixió con la cinta adhesiva que portaba en la boca cuando era retenido por sus agresores.

El viandante que alertó a la Policía minutos antes de las cuatro y media de la tarde del jueves asegura que escuchó a alguien pedir socorro tras ver entrar a uno de los arrestados en el citado bajo, situado a la altura del número 47 de la calle Planas, en el distrito de Ruzafa (un barrio que está superando la degradación que sufría en las últimas décadas). La rápida intervención de la Policía, cuyas dependencias de Zapadores se encuentran en las inmediaciones, hizo que los presuntos autores del crimen no tuvieran tiempo para huir.

El avilesino tiene algún hermano residiendo en Gijón, también en Alicante y las Baleares. Era poco conocido en el vecindario. "Lo veíamos salir a pasear con su perro y cuando cargaba muebles para ir a vender al rastro", explicó María, quien reconoce que hace años el fallecido atravesó un mal momento y le daban el excedente de pan de la panadería donde trabaja para repartirlo entre sus compañeros del centro de rehabilitación. Otros dijeron que era muy dado a invitar y a mostrar a veces grandes fajos de billetes. Le avisaron de que alguna vez le podían robar. Al final, ocurrió. Y con unas consecuencias lamentables.