La Audiencia Nacional ha absuelto a Isabel Mazarro, la esposa del "secuestrador de los ataúdes", acusada de haber participado en el secuestro de una francesa a la que sus captores llegaron a cortar parte de un dedo. Mazarro fue detenida en marzo de 2018 por la UCO de la Guardia Civil en la zona rural de Gijón, donde se escondió unos meses. Denegada su extradición a México por ser española y tener arraigo en el país, el pasado mes de marzo comenzó el juicio en la Audiencia y la Fiscalía la acusó de un delito de secuestro, dos de lesiones y otro de integración en organización criminal, por lo que solicitó para ella 21 años de cárcel.

Pero tras la vista oral, el ministerio público retiró la mayoría de los cargos y solo la acusó de cómplice de secuestro, con una petición de prisión de ocho años, mientras que ella en todo momento defendió su absolución. En una sentencia dictada el pasado 31 de julio, la sección tercera de la Audiencia Nacional considera que no hay pruebas para condenarla.

Nacida en Madrid en 1978, Isabel se fue a vivir a México en 2012 y en 2015 se casó con un mexicano en el Estado de Guanajuato (México), pero el hombre le ocultó su verdadera identidad: se trataba en realidad de Raúl Julio Escobar Poblete, un exguerrillero chileno buscado por su país por atentado terrorista con resultado de muerte. En México se hizo famoso por liderar una red de secuestros: a sus víctimas las mantenía en el interior de ataúdes.

El secuestro por el que la reclamó México tuvo lugar el 13 de marzo de 2017 en San Miguel de Allende. Dos hombres abordaron en la calle a Nancy, una francesa residente en México, la introdujeron por la fuerza en una camioneta y la mantuvieron recluida en una pequeña habitación y vigilada por cámaras durante dos meses y medio. Durante su secuestro fue golpeada y agredida sexualmente y los captores llegaron a cortarle parte del dedo meñique de la mano izquierda. La casa en la que fue retenida había sido alquilada por un hijo del marido de Isabel. Pero "no ha quedado probado que la procesada interviniera en modo alguno en el secuestro", subraya el fallo.

Isabel conocía a Nancy y a su esposo, Alain, y dos días después del secuestro llamó al hombre por teléfono para interesarse por el caso. Cuando su marido fue detenido, el 30 de mayo de 2017, le autorizaron a realizar dos llamadas y una fue para ella. Según declaró en el juicio, decidió regresar a España "aterrorizada" al conocer la identidad de su esposo.

El fallo no oculta los detalles truculentos del secuestro, como la declaración del taxista que recibió el encargo de entregar un paquete al marido de la secuestrada, interceptado por la Policía mexicana. Había en él varias cartas de Nancy rogando a su marido que reuniera el dinero que le pedían y un envase de plástico, en el que, en un líquido viscoso, flotaba la falange cortada a la francesa. La acusación sostenía que Isabel había transmitido a los secuestradores el mensaje de su esposo para que liberaran a Nancy, pero la Audiencia Nacional estima que no cabe inferir que participara a sabiendas en el secuestro.