"Yo era su ángel de la guarda. Su arcángel, me decía él". Los cuidados prestados a un sacerdote zamorano durante sus últimos 16 meses de vida, aquejado de una grave enfermedad cardíaca, le fueron compensados en el último testamento del anciano: fue nombrada, junto a su hijo y su nieta, heredera universal. El cura, de iniciales A.S.S., modificó sus voluntades ante notario el 31 de agosto de 2017, "cuando estaba ya agonizando", indicó la abogada de Cáritas, cinco días antes de morir. Dejó toda su fortuna a su cuidadora, de iniciales M.R.; y el dinero en metálico que tenía en los bancos a cuatro sobrinos, a Cáritas Diocesana y al Obispado de Zamora.

La distribución de esa parte del testamento desató el conflicto al descubrirse que habían desaparecido de las cuentas del sacerdote, al menos, 108.000 euros en escasos meses, en extracciones firmadas por la asistente del fallecido, dinero que utilizó "para comprar cubre colchones, sábanas" y afrontar otros gastos domésticos, declaró la mujer. El pleito que llegó este martes a la Audiencia Provincial se centró en los 89.000 euros extraídos entre el 26 de mayo y el 4 de septiembre, cuando se produjo el deceso del cura, tras la denuncia de una sobrina contra M.R. por apropiación indebida de ese dinero. La mujer se enfrenta a 4 años y medio de cárcel a petición de la Fiscalía, acusación a la que se unieron Cáritas y el Obispado para exigir que la Audiencia obligue a la acusada a devolver el dinero a la masa de la herencia.

Las partes consideran que la mujer abusó de la relación de confianza existente entre sacerdote y asistenta, y de actuar con dolo para que el religioso modificara el testamento in extremis y ella pudiera justificar los reintegros realizados sin autorización, apuntan. Sin embargo, la acusada tenía poderes del anciano para manejar sus cuentas bancarias, lo que hizo siempre bajo su supervisión, "sin quedarme ni un euro, aunque pude hacerlo", aseguró este martes. Los reintegros comenzaron siendo de 1.000, 2.000, 5.000 euros hasta llegar a 20.000, 30.000 y 34.000 euros en las dos últimas operaciones, siempre por orden del cura “para realizar donaciones a las personas que él quería”, declaró la imputada.

"La cárcel la elegiré yo: el cementerio"

"Tengo la cara limpia y la honra alta, no soy ninguna criminal, la cárcel la elegiré yo: el cementerio", declaró al finalizar el juicio en la Audiencia Provincial la cuidadora. Tomó la palabra para asegurar que le suplantaron la firma electrónica de los dos últimos reintegros por valor de 64.000 euros, duda que despejó la perito, que afirmó que "el cuerpo de letra" es de la imputada, de iniciales M.R., quien sostiene que los días en los que se hicieron esas extracciones no se movió del lado del sacerdote, "estaba gravísimo". Su abogada cuestionó el derecho de la sobrina del hombre, de Cáritas y del Obispado, que "son legatarios, no herederos", a exigir "que se reintegren a la masa hereditaria" los 89.000 euros, ya que "ni son titulares ni propietarios del dinero", es una "barbaridad jurídica". La letrada recordó que su clienta “cuidó y muy bien” al cura e insistió en que alguien falseó la rúbrica de la cuidadora.