Ginés Priede tenía un largo historial delictivo que se remonta a los setenta. En marzo de 1977 se le condenó a seis años y un día de presidio mayor y doce años y un día de reclusión menor por dos robos cometidos en Málaga. En agosto de 1981, el Gobierno socialista le redujo las penas pendientes de cumplimiento a la mitad, lo que le permitió salir de prisión bastante antes. El motivo no es otro que su colaboración con la Justicia para aclarar el espectacular robo cometido en la catedral de Murcia el 8 de enero de 1977, un robo que se planeó, al parecer, en la prisión murciana en la que el burgalés muerto en Xixún estaba ingresado.

Tiempo después del robo, el comisario de Murcia, Maximiliano Conesa, mandó a dos policías a hablar con Ginés Priede, que había sido trasladado a Málaga, y Jaime H. C., ingresado en Sevilla, quienes explicaron el método empleado para cortar los barrotes de la verja de la catedral. También ofrecieron datos sobre el robo de la Catedral de Oviedo, cometido en la noche del 9 al 10 de agosto de 1977, en el que se llevaron las piedras y los metales preciosos de la Cruz de los Ángeles, la Cruz de la Victoria y la Caja de las Ágatas. Y dieron datos de otros robos, como el cometido en el chalé de una aristócrata en San Pedro del Pinatar, otro en Frejenal de la Sierra (Badajoz) y la sustracción de cuatro cuadros en la catedral de Salamanca, el 5 de octubre de 1976.

Ya libre, Priede no aprendió la lección y se vio implicado en delitos de tráfico de drogas y estafa. Se presentaba como "ejecutivo de cuentas" de Apple. Años después, escribió a LA NUEVA ESPAÑA para quejarse amargamente de que cobraba solo 368 euros y "con esto no hay quien viva".