La compostelana Rosario Porto, condenada con su marido, Alfonso Basterra, a 18 años de prisión por el asesinato con alevosía y agravante de parentesco de su hija adoptiva, Asunta, en septiembre de 2013, fue hallada muerta este miércoles en su celda de la cárcel de mujeres de Brieva, en Ávila, donde también cumple condena el marido de la Infanta Cristina, Iñaki Urdangarín.

Porto se suicidó tal como mató a la pequeña Asunta, de 12 años: con planificada frialdad. A las ocho de la mañana saludó a los funcionarios que pasan por cada una de las celdas en el primer recuento del día. Estaba vestida y aseada para bajar a desayunar. Pero no lo hizo.

Al echarla de menos en el comedor, varios funcionarios se acercaron a su celda, que no compartía con nadie. Allí la encontraron ahorcada con un cinturón de tela (hecho posiblemente con sábanas) en una ventana. Intentaron reanimarla, igual que los efectivos del 112, que fueron alertados y acudieron de inmediato al centro penitenciario, pero no pudieron salvarle la vida, según fuentes de Instituciones Penitenciarias.

La celda de Rosario Porto estaba perfectamente recogida, con sus cosas ordenadas como si hubiera preparado su propia muerte con antelación suficiente. Extremo que ha sorprendido en el penal, pues su actitud en las últimas semanas no hacía presagiar un final así, si bien a causa del covid-19 se había quedado aislada y sin visitas. Sin apenas familia, tan solo unas primas que acudían de vez en cuando a visitarla, la pandemia le quitó esas pequeñas alegrías.

Asunta Basterra. | FDV

No obstante, según los trabajadores de Brieva, todo apuntaba a que había superado la depresión que aconsejó su traslado desde la prisión pontevedresa de A Lama el pasado mes de marzo y volvía a estar activa. Había solicitado algunas cremas y se preocupaba de nuevo por tener buen aspecto y por relacionarse con sus compañeras. Por todo ello se le había retirado el protocolo antisuicidios.

¿Fingió estar en mejores condiciones emocionales de las que en realidad se encontraba? ¿Preparó así el alejamiento de la denominada “presa sombra” que la acompañaba habitualmente? Son algunas de las preguntas a las que se busca respuesta en las dos investigaciones puestas en marcha tras el suicidio, una abierta por Instituciones Penitenciarias y otra por el Juzgado de Instrucción de la demarcación del penal de Brieva.

Y es que Porto, con numerosos antecedentes por depresión desde su juventud, había intentado quitarse la vida en otras dos ocasiones, si bien no llegó a correr verdadero riesgo y ella misma alertó a una compañera de A Lama cuando intentó matarse con una cuerda de chándal en la ducha en 2018. Aunque no quedó acreditado que quisiera acabar con su vida y se pensó que eran intentos de llamar la atención, Instituciones Penitenciarias intensificó el protocolo de prevención de suicidios. Un protocolo que se puso en marcha hasta en seis ocasiones en los tres centros penitenciarios por los que ha pasado: tres veces en la prisión de A Lama y otras tres en Teixeiro. En esas ocasiones estaba en la enfermería acompañada siempre por una reclusa.

No obstante, tras su mejoría de ánimo en Brieva se le retiró el protocolo. “Estas medidas no se pueden aplicar de forma indefinida, porque supone estar en la enfermería la mayor parte del tiempo, además de un castigo añadido a la propia privación de libertad”, explicaron desde Interior.

Inocente

La abogada compostelana había cumplido 7 de los 18 años de condena en tres prisiones distintas: Teixeiro, en La Coruña; A Lama, en Pontevedra, y Brieva en Ávila. Con un cuarto de la pena cumplida, desde el mes de julio del año pasado podía solicitar permisos, y aunque la propia Junta de Tratamiento del Penal se lo aconsejaba, se mostró muy reacia. Finalmente su abogado solicitó el pasado 21 de septiembre que pudiera pasar unos días fuera de prisión, pero le fue denegado.

En opinión del letrado, el principal problema de su cliente para gozar de sus primeros permisos era que no reconocía el asesinato. Siempre se declaró inocente. En las próximas horas se practicará la autopsia al cuerpo de la madre de Asunta para determinar de forma fehaciente los motivos del fallecimiento.

Basterra, muy afectado, y ahora bajo el protocolo antisuicidios en Teixeiro

Alfonso Basterra, exmarido de Rosario Porto, recibió la fatal noticia en el penal de Teixeiro, en La Coruña, donde cumple su condena de 18 años por el asesinato de su hija Asunta. Estaba en un taller ocupacional cuando le llamaron a una sala aparte para contarle lo ocurrido. Visiblemente afectado, pese a que siempre se muestra frío, Instituciones Penitenciarias decidió aplicarle el protocolo de prevención de suicidios. El protagonista de uno de los casos que más conmocionó a España lleva una vida “normal” en prisión, sin apenas relación con otros internos y dedicado a la lectura fundamentalmente. Apenas tiene relación con el resto de internos, aunque en los últimos tiempos se ha vuelto algo más “sociable” y hasta “saludaba”. En su momento actuó como “preso sombra” de otros internos en prevención de suicidios y también fue encargado del “office” (reparto de comida) y de la biblioteca, si bien fue retirado de ambos servicios. En prisión no se le conocen amistades y apenas recibe visitas. También ha superado la apatía que marcó sus inicios en el mismo penal donde estuvo su exmujer antes de ser trasladada al centro penitenciario pontevedrés de A Lama. Tras cambiar de abogada para recurrir su condena ante el Supremo sin éxito, este mismo año solicitó un permiso de salida que le fue denegado. El pasado mes se cumplieron siete años del asesinato de Asunta. Siete años después, el letrado de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, insistía en que su cliente afrontaba el aniversario de la muerte de su hija en condiciones anímicas “malas”. Como resultado de la investigación y de las pruebas practicadas, se determinó que su fallecimiento se había producido por asfixia y que, anteriormente y durante meses, la niña había ingerido un ansiolítico, Orfidal, que anuló su voluntad antes de ser asesinada. El cuerpo fue localizado después de que, en la madrugada del 22 de septiembre, dos hombres que circulaban por una pista forestal del lugar de Ferros, en la localidad coruñesa de Teo, dieran la voz de alarma. Los investigadores capitaneados por el titular del Juzgado de Instrucción 2 de Santiago, José Antonio Vázquez Taín, determinaron que la niña había fallecido en otro lugar y que no había sufrido agresión sexual. Desde el principio, la investigación apuntó al entorno cercano de la pequeña. Las “inconsistencias” detectadas por la Guardia Civil en las declaraciones de los padres sobre los últimos movimientos de Asunta y las primeras pruebas precipitaron sus detenciones.