En diciembre de 2017, la Policía dio su segundo golpe al clan de los Sandulache, que habían continuado con sus actividades de explotación de mujeres a pesar de la operación que desarticuló el grupo en el año 2013 y que valió a los líderes, Cristian Alin y Sebastian, penas que suman 108 años de prisión, según la sentencia del Supremo de noviembre de 2019. Casi tres años después se ha juzgado esa segunda operación contra el clan, que mandaba todas sus ganancias ilegales a la matriarca, residente en Rumanía. Eran diez los acusados, los hermanos Sandulache, algunos sobrinos y sus esposas. Esta vez, los Sandulache no han opuesto resistencia y han reconocido los hechos, lo que les ha valido unas condenas que suman 73 años de prisión, 23 para cada uno de los dos líderes del clan.

Aunque la Policía desarticuló el grupo en 2013, el clan fue aumentado con la llegada desde Rumanía de la matriarca, así como de otros hermanos y sobrinos, casi siempre menores. Estos “jovencitos” captaban a sus víctimas, chicas en el límite de la mayoría de edad, mediante el método del “lover boy”. Viajaban desde Rumanía para trabajar de camareras, pero al llegar a España eran obligadas a prostituirse por “su novio”, les quitaban el móvil y eran controladas por las mujeres de la organización en pisos patera de Oviedo, donde vivían encerradas y hacinadas. Las jóvenes eran amenazadas –incluso con hacer daño a sus padres o hijos– y sufrían palizas y violaciones frecuentes. Tenían que sacar un mínimo de mil euros semanales, pero solo veían 200 si se portaban bien. Como se ve, un calco de los hechos que se juzgaron en el primer juicio contra los Sandulache.

En la operación que culminó en diciembre de 2017, sin embargo, se encontraron sustancias estupefacientes –en concreto, cocaína– que se facilitaban a las mujeres.

El juicio tuvo lugar en la sección tercera de la Audiencia Provincial. Los acusados reconocieron los hechos y admitieron las condenas planteadas por el ministerio fiscal, con la conformidad de las víctimas, que ya han sido indemnizadas. Tras la vista oral, la Fiscalía solicitó el ingreso en prisión comunicada y sin fianza, acordada por la sala, de uno de los miembros de este clan familiar, que se suma a los hermanos Cristian Alin y Sebastian Sandulache, que ya están en prisión por su anterior condena.

Modus operandi

Una vez en España, las jóvenes eran trasladadas a Asturias, donde tenía su base el grupo criminal, y alojadas en pisos alquilados por la organización en Oviedo, en las habitaciones del club Victoria, de Colloto, y en el bar Coyote, de Oviedo. Una vez alojadas, se les comunicaba que tenían una deuda contraída con el grupo, generada por los gastos del viaje, y que tenían que saldarla ejerciendo la prostitución, para más tarde, y ante su negativa, obligarlas con violencia física y psíquica a ejercer actividades de alterne y prostitución en distintos locales.

Esto se produjo durante el año 2016 y hasta finales de 2017 en los clubes de alterne y prostitución a los que eran desplazadas en diversos vehículos desde sus alojamientos: el Model’s, de Granda (Siero); el New Borgia, en Cantabria, y el club Victoria, de Colloto.

Para conseguir sus objetivos, se les retiraba su documentación y teléfonos móviles, y se las sometía a un régimen de aislamiento e incomunicación. No podían abandonar por sí solas las viviendas o el club donde ejercían la prostitución, siendo en todo momento acompañadas por algún miembro de la organización. Tenían que mantener relaciones sexuales con los clientes pese a estar enfermas o con el periodo menstrual, siendo estos quienes decidían, a su criterio, la utilización o no de preservativo. Un régimen propio de un campo de concentración.