Un temblor muy fuerte despertó el domingo a los vecinos del oeste de La Palma. Gran parte de la población de esa parte de la isla sintió un terremoto de magnitud 3,8 a primeras horas de la mañana. No era la primera vez que sentían la tierra temblar. Sus entrañas llevaban una semana quejándose y empujando la superficie, pero en los días previos la actividad sísmica decayó e hizo pensar que todo había acabado, tal como había ocurrido con enjambres sísmicos similares en 2017, 2018 y 2020. Sin embargo, las 15:12 horas del domingo 19 de septiembre, el magma consiguió abrir una grieta en la ladera de Cumbre Vieja, cerca del sendero Cabeza de Vaca, y entró en erupción.

Trabajadores cubiertos de ceniza tras recoger plátano en La Palma. | E. P.

Un fuerte aullido de la tierra, seguido de un intenso terremoto, generó una gran nube de humo que, de inmediato, fue registrada por los teléfonos móviles y cámaras de los vecinos que sesteaban o se encontraban haciendo la sobremesa. Con expectación, la población miró hacia la montaña, deseando que lo que veían fuera otro desprendimiento y no un nuevo volcán. En apenas dos minutos, las primeras lavas salían a la superficie como si estuvieran empujadas por un soplete. Primero en uno, luego dos y finalmente hasta ocho chorros –o bocas– distintos que escapaban de la enorme presión que el magma acumulaba en su interior.

Dos vecinos de La Palma observan la erupción. | Efe

Lo que estaban contemplando los palmeros era el nacimiento de un volcán estromboliano en la dorsal de la isla, el primero que se produce en tierra en los últimos 50 años en Canarias. La fascinación por las explosiones y el fuego incandescente se diluyó en el momento en el que la lava empezó a abrirse camino ladera abajo. Una espesa lengua –que empezó teniendo 3 metros de altitud y ya va por los 12–, formada por una mezcla de lava a mil grados y picón canario que ha demostrado su capacidad para asolar toda la vida que encuentra a su paso.

Aunque los habitantes de La Palma están curtidos en el vulcanismo debido a que han vivido hasta tres volcanes en el último siglo, son muchos los que se han sorprendido al vivir tan de cerca esta nueva erupción. El gran cono volcánico, que ha llegado a medir más de 200 metros, emite cada día miles de toneladas de gases tóxicos y cenizas. Estas últimas, en un principio, apenas eran perceptibles a pocos kilómetros del volcán, pero ya invaden todas las calles de la isla y empiezan a desplazarse fuera del archipiélago. Por otro lado, el azufre, ha sido expulsado a 5.000 metros de distancia, entrando directamente en la corriente atmosférica y viajando hasta el Mediterráneo, donde desde hace décadas –por las restricciones de emisiones de la Unión Europea– no registran unas cantidades semejantes de este gas. No obstante, por lo pronto, debido a lo alto que ha ascendido en la atmósfera la probabilidad de que pueda generar lluvia ácida es poca o incluso nula.

Este volcán estromboliano cada día amanece mostrando diferentes rostros. Durante la semana que ha estado conviviendo con los palmeros, ha tenido días en los que parecía marchitarse y de su boca principal solo emanaba grandes concentraciones de gases tóxicos. Otros, por el contrario, el volcán ha estado expulsando ferozmente la lava que se encuentra en su interior y que, según los científicos, puede ser mucho mayor que los primeros 20 millones de metros cúbicos de magma estimados. Según investigadores como Vicente Soler, vulcanólogo del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC), “si así fuera, ya habría acabado de emitir lava hace tiempo”. Y es que en las entrañas de La Palma hay mucho más magma alojado a profundidades mayores que donde se encontró la primera bolsa magmática –a tan solo 6 kilómetros de profundidad– y es probable que siga drenando esta sustancia durante una media de 55 días. Y hasta tres meses.

Según Eduardo Suárez, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), todos estos cambios son “normales”. “Veremos etapas de mayor actividad en la fuente, es decir, más piroclastos y ceniza que flujo de lavas, y otros en los que haya más lavas y poca actividad en la fuente”, indica el investigador. “Si se estabiliza, seguirá así”. En los últimos días la población se ha encontrado con un volcán violento que, además de echar fuego sin freno, ruge con tal fuerza que puede crear ondas expansivas con sus explosiones que se expanden a kilómetros de distancia.

Además, también ha empezado a generar explosiones muy violentas, asociadas a la desgasificación del magma que forma burbujas que, posteriormente, revientan y que han arrojado grandes piroclastos a varios kilómetros de distancia.

Cuando la espesa lava empezó a recorrer la Ladera de Los Pelados, en su camino halló una población muy dispersa. Encontró su primera casa a escasos 700 metros de la boca y avanzó poco más, hasta arrasar ocho viviendas. La atención se centró entonces en qué caminos podría coger la lava en este terreno volcánico prácticamente virgen en el que no existen grandes accidentes geográficos ni barranquillos por los que encauzar. La lengua de lava “eligió” dirigirse hacia el barrio de montaña de El Paraíso, donde sepultó 185 edificaciones, de las que 65 eran viviendas, así como el colegio comunitario de Los Campitos, en el que, tan solo cuatro días antes, 23 alumnos de entre 3 y 12 años se informaban de lo que era un volcán.

La llanura que se encontró la lava poco después corresponde al barrio de Todoque, donde habitan unas 1.300 personas. Desde que entró en esta zona, la lava se ha “comido” 420 edificios. Ahora, la gran colada de 12 metros de alto permanece parada a las puertas de la plaza principal del pueblo y su iglesia, la de San Pío.

El avance de las coladas de lava ha puesto en grave riesgo el principal motor económico de la isla, los cultivos de plátano. Y es que, aunque la lava no ha alcanzado los invernaderos, que se encuentran a los pies de la llanura, cerca del mar, sí que ha destrozado el sistema de riego, con lo que son muy pocos los cultivos que podrán ser rescatados. Esta desgracia agrícola es, junto a la pérdida de viviendas, una de las que más preocupa a las autoridades. En peligro está una franja de unas 300 hectáreas muy cerca del nivel del mar, y que conforma el suelo agrícola más caro de Canarias. Esto supone una producción “no inferior a 20 millones de kilos”, según los cálculos del presidente de la Asociación de Organizaciones de Productores de Plátanos de Canarias ( Asprocan), Emilio Martín.

El plátano supone el 43% de las 6.943 hectáreas de la superficie agrícola de La Palma y genera casi la mitad del PIB del sector primario de la isla. Además, el 30% de su empleo está relacionado con su cultivo y de él dependen unas 12.000 personas de forma directa o indirecta. Estos cultivos, junto a los de aguacates, que son los más importantes de las ocho islas, sufrieron durante el verano un verdadero desastre debido a la ola de calor y el gran incendio de agosto, con pérdidas valoradas en 10 millones de euros. También se está vigilando la acumulación de ceniza porque, de continuar emitiéndose al ritmo actual, conllevará al desplome de los invernaderos.

La lava ha engullido, además, 15,2 kilómetros de carreteras principales. Algunas de las zonas afectadas son puntos clave para la comunicación entre el sur, el norte y el este de la isla (donde se encuentra la capital, el puerto y el aeropuerto), otras dejan incomunicados a pueblos pesqueros como La Bombilla o Puerto Naos. De hecho, en algunos de estos puntos ya se habían organizado evacuaciones selectivas. Dos carreteras principales y otras cuatro carreteras comarcales permanecen cerradas en un perímetro de aproximadamente 2 kilómetros alrededor del volcán.

Las diferentes bocas eruptivas que han ido emergiendo a los lados del cono principal amenazan a varias poblaciones que viven en esa zona. Apenas dos horas antes de que se produjera la erupción, se decidió proceder al desalojo de unas 300 personas con movilidad reducida en los núcleos poblacionales que se encontraban en riesgo amarillo por haber sentido más los seísmos. Tras la erupción se procedió a evacuar a un total de 5.500 personas, entre ellos 400 turistas que fueron realojados con rapidez en Tenerife. Un día después, el lunes, al grupo de afectados se añadieron unas 200 personas evacuadas de la zona alta de Tacande, cerca de dónde había empezado la emisión de una segunda boca.

El número ha permanecido invariable hasta el viernes, cuando, debido al riesgo de que el cono volcánico colapsara por su tamaño, también se llevó a cabo la evacuación de los núcleos poblacionales de Tajuya, Tacande bajo y la parte de Tacande alto que no fue desalojada durante el lunes. En total se procedió a desplazar de manera preventiva a 200 personas, por lo que ya ascienden a casi 5.800 el total de afectados.

Estas personas han sido trasladadas a campamentos militares u hoteles intervenidos. Quienes pudieron, se marcharon a casas de familiares que viven en las zonas seguras de la isla. Para el resto, el alojamiento se ha convertido en un quebradero de cabeza, dado que, desde hace años, La Palma sufre un déficit de oferta. Los palmeros coinciden en que el problema que impide que su población crezca –el censo poblacional de la isla lleva varios años atascado en 80.000 personas– está en el alquiler.

En La Palma las pocas viviendas de alquiler que existen están destinadas al turismo o a los funcionarios desplazados de otras islas El turismo de hotel tampoco es importante en la isla, donde apenas se pueden encontrar unos pocos alojamientos de este tipo cerca del aeropuerto. Este déficit produce un quebranto para realojar a los centenares de evacuados. El Gobierno de Canarias aún está buscando soluciones imaginativas: alquilar grandes cruceros para alojar a miles de vecinos o construir casas prefabricadas en terrenos públicos liberados o expropiados.

Lo que empezó siendo una colada con una velocidad lenta pero sostenida de unos 4 kilómetros por hora, que bajaba la ladera arrasando con todo lo que encontraba a su paso, se ha convertido en un gran muro de picón canario y piroclastos de 12 metros de alto. En los primeros dos días, prácticamente ladera abajo, recorrió 102 hectáreas. No obstante, durante el lunes, la velocidad bajó considerablemente hasta los 700 metros por hora, cuando desde la lejanía, en lo alto de los Llanos de Aridane, se podía vislumbrar el humo que emana de la lengua de lava amenazando el pueblo de Todoque. Este núcleo poblacional (1.300 personas) es el más concentrado que, por el momento, se ha encontrado la colada de lava. El martes, y una vez alcanzadas las primeras viviendas del pueblo, la lava se ralentizó aún más, hasta avanzar a apenas 120 metros por hora.

Todoque se encuentra en una llanura en la que la pesada y viscosa lava apenas encuentra canalización o bajadas hasta el mar. Esta llanura se expande prácticamente hasta el mar, donde, de llegar, la colada se encontraría con una gran extensión de acantilados. En la noche del martes, la lava apenas había avanzado unos metros, pero empezó a expandirse hacia los lados, hasta enterrar 154 hectáreas.

Durante el miércoles, la lava cogió algo de carrerilla y sepultó bajo las grandes piedras incandescentes 171 hectáreas de terreno, pero la velocidad con la que lo hacía de nuevo bajó considerablemente, hasta los 4 metros por hora. Ya en ese momento, los científicos llegaron a la conclusión de que las posibilidades de que la colada llegara al mar eran cada vez más lejanas. Esta circunstancia es una de las más temidas todavía a día de hoy, puesto que la diferencia de temperatura entre la lava (a unos 800 grados centígrados) y el mar (24 grados) provocaría una reacción química, en la que el agua se evaporaría por completo generando diversas explosiones y una gran columna de humo blanco en la que se depositarían todos sus componentes químicos, como el cloro, el bromo y el yodo. A partir de ahí, lo que pueda pasar, por el momento se basa en teorías. Una de ellas es la posibilidad de que cree lluvia ácida, aunque para eso haría falta que hubiera precipitaciones

El jueves, la colada se dividió en dos muy cerca del punto de emisión principal. La más ancha –que ocupa 500 metros de lado a lado– apenas se desplazaba a un metro por hora, por lo que se quedó a las puertas de la iglesia de San Pío, en Todoque. Mientras, la que empezaba a discurrir por el sur a algo más de velocidad, amenazando el cementerio de Las Manchas y un parque de placas solares. Sin embargo, tal como plantearon las predicciones del grupo de investigación de la Cátedra de Reducción de Riesgos y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), al final, la colada giró hacia el norte para encontrarse con el resto de la colada de lava. Los científicos atribuyen al desnivel en la zona el parapeto que está salvando al resto de la ladera. “Lo que ocurre con este lugar es que es la parte más nueva de La Palma”, razona Jaime Pacheco, geógrafo de este grupo, que explica: “No tiene barrancos excavados, porque es muy reciente, por lo que la lava no tiene un cauce por el que discurrir”.

El viernes, mientras la colada principal permanecía invariable, el volcán propinó varios rugidos que provocaron una fisura en el cono principal del volcán de la que emanó una nueva y líquida lava. Esta última colada, pocas horas después de emanar del volcán el pasado viernes, había recorrido cerca de un kilómetro ladera abajo antes de expandirse y engrosarse hacia el lóbulo central y bajar la velocidad en una horquilla entre los 60 y 80 metros por hora.

Durante la madrugada del sábado, el cono principal del volcán se derrumbó, dejando “una colada enorme”. Según los científicos el volcán ya ha emitido 25 millones de metros cúbicos de lava, lo que supone el 58% de toda la lava que emitió en 1971 el Teneguía: 43 millones de metros cúbicos.

Aunque el volcán podrá estar activo entre un mes y medio y tres meses, ya se han cifrado las pérdidas en más de 400 millones, más del 1% del PIB de Canarias. De ahí que las distintas instituciones municipales, autonómicas, estatales e, incluso, europeas, se estén volcando con la población de La Palma para garantizar que sus ciudadanos puedan volver a la normalidad cuando todo acabe. La primera decisión del Gobierno canario pasó por reconstruir todas las casas que han colapsado debido a la lava. No obstante, las complicaciones jurídicas sobre la titularidad de la zona invadida por la colada, el tiempo de espera para que se enfríe el terreno y la dificultad de levantar edificaciones en un suelo con enormes oquedades y puntas, han llevado al Gobierno regional a programar la adquisición de centenares viviendas en la isla para los vecinos que han quedado sin casa debido a la erupción. Una reunión extraordinaria ha aprobado ya una partida de 39 millones para este fin. Además, se aprobó una partida global de 11 millones para ofrecer ayudas de emergencia a empresas y personas que han quedado en situación de vulnerabilidad por la erupción y la apertura de una oficina permanente para ofrecer apoyo multidisciplinar a los afectados.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras pasar varios días en la isla, el pasado viernes anunció que el Consejo de Ministros va a aprobar ayudas “inmediatas” para quienes han perdido sus casas y su modo de vida. A medio y largo plazo, cuando cese la erupción, Sánchez se propone acometer un Plan de Reconstrucción de La Palma, que se extenderá en varios frentes: desde el urbanismo y la vivienda, hasta la reconstrucción de carreteras y redes de abastecimiento de energía y agua, pasando por el impulso de las renovables en la isla y la puesta en marcha de un programa de relanzamiento turístico.

La isla va a ser declarada en su totalidad “zona catastrófica” y se tomarán medidas “rápidas” para atender las necesidades de alojamiento, comprar enseres básicos y restablecer las comunicaciones, así como un régimen específico de Ertes pensado para esta situación. Por su parte, el ministro de Consumo, Alberto Garzón, estudia cómo resolver que las personas que han perdido sus casas no tengan que estar preocupadas por el pago de servicios contractuales que tenían en sus viviendas como la luz y el agua. La UE también se ha comprometido a ayudar, aunque sin detallar fondos. El Ejecutivo canario anunció que se acogerá a los fondos de solidaridad de la Unión. Canarias podrá disponer de un porcentaje aún sin concretar que se orientarán a la reposición de infraestructuras públicas como carreteras, colegios, redes de agua e incluso alojamientos provisionales para las decenas de familias que se han quedado sin viviendas.