La Guardia Civil trabaja con la hipótesis de que Esther López fue abandonada viva en una cuneta de la carretera N-122 después de ser atropellada la misma noche de su desaparición, en Traspinedo (Valladolid), el pasado 12 de enero. También sospecha que la mujer murió allí mismo, a pesar de que las lesiones que sufría no eran mortales, según los primeros resultados de la autopsia. Esa es la principal línea de investigación, según ha sabido CASO ABIERTO, el canal de sucesos e investigación de Prensa Ibérica.

Esther López caminaba de regreso al pueblo aquella madrugada, pasadas las tres y media de la madrugada. La reconstrucción de los hechos la sitúa junto al carril derecho de la carretera, en el sentido de la marcha y con los coches a su espalda. La hipótesis de los investigadores es que un vehículo que venía desde atrás la golpeó de forma violenta. "Tiene lesiones en la cadera y el bazo. Pudo ser golpeada de forma lateral", subrayan fuentes del caso. Pero en la zona no se han encontrado huellas de frenada, tampoco restos del coche que la atropelló.

Cambio de posición

Su cadáver fue encontrado el 5 de febrero por un vecino que hacía senderismo. Esther estaba boca abajo, con una mejilla sobre el suelo. Muy cerca de ella estaban su mochila y su teléfono móvil. Sobre ese punto, los investigadores trabajan con una idea: "el cadáver no está en la posición clásica de un atropello. Esther tenía los brazos y las piernas paralelos, casi pegados al cuerpo. Todo indica que quien la atropelló, la sacó de la carretera y la dejó así en la cuneta".

Esa tesis se confirmaría con el hallazgo del teléfono móvil y la mochila de la víctima junto a su cadáver. "Esos objetos estaban muy cerca de ella, la mochila estaba suelta, junto a ella, no en su espalda; el móvil, a su lado. Todo indica que la misma persona que la dejó en la cuneta lanzó cerca de ella sus objetos personales", apuntan las mismas fuentes.

Agentes de la Guardia Civil, tras el hallazgo del cuerpo de Esther López. R. GARCIA

Buscando móviles

En esa línea, la primera esperanza de la Guardia Civil es hallar huellas digitales o restos de ADN en la mochila y el teléfono móvil de quien dejara a Esther en aquella cuneta. "Nadie conduce con guantes", explican fuentes del caso. Pero si esa persona o personas no estuvieran fichados por haber cometido otros delitos anteriores, no habría forma de cotejar sus datos.

Los guardias civiles están rastreando todos los teléfonos móviles -y sus dueños- que pasaron por esa zona de la carretera la madrugada que Esther murió, como ya hicieron para encontrar a los asesinos de Diana Quer y el concejal asturiano Javier Ardines

Por otra parte, en esa zona de la carretera no hay cámaras de seguridad, de ahí que la investigación se centre ahora en localizar e identificar todos los teléfonos móviles y sus dueños que pasaron por esa carretera y en esa dirección entre las tres y media, la hora en que Esther supuestamente se separó del último amigo con el que estuvo aquella madrugada, y las seis menos diez. A esa hora, la madre de Esther la llamó por teléfono, sin conseguir ya hablar con ella.

Se trata de algo similar a lo que la Guardia Civil hizo en la investigación del secuestro y asesinato de la joven Diana Quer en Galicia y, más recientemente, en el crimen del concejal Javier Ardines en Llanes (Asturias), cuando se rastrearon todos los teléfonos que estaban en la zona y la autopista cercana.

No debía morir

Los investigadores no saben aun si el atropello de Esther fue casual o intencionado. Sí hay un dato desolador en los datos provisionales que manejan. Las heridas que sufrió la mujer no eran mortales. "Si quien la atropelló hubiese avisado a una ambulancia o la hubiera llevado al hospital, Esther se podría haber salvado. Tenía lesiones serias en el bazo y la cadera, pero no eran mortales", explican. La hipótesis es que Esther no podía moverse y murió congelada –aquella madrugada se registraron entre siete y ocho grados bajo cero- en aquella cuneta varias horas después sin que nadie pudiera ayudarla.

Frente a los testimonios aportados por el hombre que encontró el cadáver y otros dos vecinos, las fuentes de la investigación consultadas por CASO ABIERTO creen que el cuerpo de la mujer no fue cambiado de lugar. "Con los datos que tenemos hoy", explican, "no pensamos eso" y recuerdan casos de batidas fallidas en busca de mujeres desaparecidas. "Cuando Bernardo Montoya abandonó el cadáver de Laura Luelmo, los voluntarios pasaron y pisaron, dejaron sus huellas, a tres metros de distancia de donde estaba su cuerpo y no la vieron", recuerdan.