"Esta empresa es más pequeña de lo que se cree, así que eso no es nada raro", comenta un veterano de las unidades de élite de la Guardia Civil cuando se le comenta el hecho de que Pedro Alfonso Casado, el teniente coronel de la Guardia Civil que ha fallecido este lunes, era amigo de Jesús Gayoso, otro jefe carismático que también perdió la vida a causa del servicio.

El ambiente de conmoción, emotividad y luto que trasciende de distintos rincones del instituto armado es parecido al del final de marzo de 2020, cuando, azotando la pandemia, el coronavirus pudo contra todo pronóstico con el jefe del Grupo de Acción Rápida (GAR), tras contagiarse durante un operativo en Haro (Logroño).

Los dos eran tenientes coroneles, los dos mandaban grupos de élite de la Guardia Civil, y los dos contaban con un extendido respeto de sus compañeros, entre los que a lo largo de este lunes han corrido todo tipo de expresiones de dolor. Dos promociones de distancia separaban a uno y a otro, pero se conocían y tenían amistad entre sí, y habían compartido más de una operación sobre el terreno.

Pedro Alfonso, de 50 años de edad, Perico para sus amigos, mandaba la Unidad Especial de Intervención, la UEI, equiparable al GEO de la Policía y preparada para desplegarse ante situaciones de gran peligro. Y la que le ha terminado costándole la vida era una de esas. El pasado día 1, Pablo A. S. H., el Chiqui, un delincuente relacionado con clanes marginales de Valladolid, mató a su vecino y amigo Dionisio Alonso. y a las dos de la madrugada se atrincheró con su yerno en una casa de la localidad armado con un fusil máuser del calibre 22.

Las fuerzas locales tuvieron que pedir refuerzos. De esa arma vetusta recibió un disparo en la cabeza el teniente coronel, cuando trataba de hablar con él. Según las versiones que han trascendido del operativo, El Chiqui disparó a ciegas, a través de una puerta, pero tan cerca que la bala la atravesó y agujereó también el caso que llevaba la víctima.

Durante cuatro días se ha debatido más en la muerte que en la vida en el hospital Clínico de Valladolid, donde se encontraba ingresado y donde le operaron mientras su familia y sus compañeros, y también mandos de unidades especiales del Ejército que lo conocieron, vivían una agónica espera.

Luto extendido

"Descansa en paz, hermano", termina un dolorido post de la cuenta en Twitter de la Guardia Civil. La noticia de la muerte de Pedro ha impactado especialmente en la localidad zamorana de Mombuey, y la madrileña de Valdemoro. En la primera, porque allí regentó su familia un popular bar durante muchos años. En la segunda, porque la UEI tiene su base en la ciudad de la periferia madrileña que acoge también el principal centro de formación de los más jóvenes miembros de la Benemérita.

De Valdemoro salió el día 1 el jefe de la UEI con destino a su última misión. Y ese es otro detalle que le definía: "Siempre estaba en las operaciones; no fallaba en ninguna. Y eso no lo hacen todos los tenientes coroneles", cuenta uno de sus compañeros.

Pasadas las ocho de la mañana, al poco de llegar, recibió el balazo el teniente coronel. Y seis horas después se entregaba el presunto autor del disparo, tras haber soltado a su yerno, una hora antes. Al salir puso como excusa el consumo de drogas.

Este lunes, tras conocer la noticia del fallecimiento, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha difundido un mensaje a través de Twitter con el que envía un "sentido abrazo" a la familia y a los compañeros del jefe de la UEI.

Sánchez ha aprovechado para homenajear "el servicio, entrega y coraje de nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE)".

En los móviles de los compañeros del guardia asesinado circulan en la noche de este lunes los recuerdos de la afabilidad del jefe, de su inclinación a no darse importancia, de su colección de navajas, de sus palabras de ánimo a los subordinados... En medio de este ambiente de pesar, un portavoz oficial de la Guardia Civil resume: "Con Perico todo el mundo se llevaba bien".