La tramitación veraniega de los Presupuestos Generales del Estado 2016 está siendo aprovechada por el PP para armar los mensajes políticos a modo de ensayo general del debate electoral. En un intento de justificar algunas medidas que generaron gran rechazo social, pudimos escuchar respuestas de lo más pintoresco. Así, en la comparecencia del secretario de Estado de Energía conocimos, ¡por fin! el argumento para justificar el ataque sin cuartel a la minería del carbón y a las Comarcas Mineras. ¡Todo por culpa del PSOE! (sic), por haber apostado por el carbón nacional en el acuerdo logrado con la Comisión Europea en 2010 para el marco hasta 2018 y por el fomento "desaforado" de las energías (Diario de sesiones del Congreso de los Diputados).

Para valorar la tendenciosidad de esta afirmación, es necesario tener presente que la energía constituye una pieza clave para el desarrollo económico, el sistema productivo y el medioambiente, por lo que el diseño del modelo energético debe responder a este triple desafío. España (70,5%) es uno de los países de la Unión Europea (media, 53,2%) con mayor grado de dependencia energética de terceros países por lo que el aprovechamiento de las fuentes autóctonas y la reducción de la intensidad energética (consumo de energía/PIB) mediante el ahorro y la eficiencia son dos medidas imprescindibles para una mayor autonomía de suministro.

Se da la paradoja de que carbón nacional y energías renovables son las únicas fuentes autóctonas en la generación eléctrica. Ambas constituyen, además, sectores industriales con amplio margen para la innovación y piezas clave para la lucha contra el cambio climático por su condición de ausencia de emisiones, en el caso de las renovables, y por la posibilidad de captación de CO2 en el caso del carbón.

Pero para el señor Nadal (actual secretario de Estado de Energía), este trípode sobre el que se desarrolló la política energética del PSOE es la justificación para el ataque temerario al carbón, el abandono irresponsable de las energías renovables y el olvido clamoroso del ahorro y la eficiencia energética,"eje de la próxima legislatura", según sus palabras. Sólo el gas (también fósil, importado y caro), el fracking (gas fósil, muy escaso y más caro) y el permanente coqueteo con la energía nuclear han merecido su atención. Fuentes, por otra parte, que agravan la dependencia energética y el coste del KW, además de los consabidos riesgos nucleares (último desastre, Fukushima).

Si observamos los siete primeros meses de 2015, comprobamos que la aportación media procedente de fuentes renovables (solar y eólica) supone el 24,2% de la generación frente al 18,4 % que aportan las centrales de carbón. Pero si aislamos el mes de julio, con menos viento y más demanda, se invierten las proporciones, de forma que la aportación renovable baja al 18,7% y sube el carbón hasta el 25,4%. Ambas fuentes tienen, por tanto, un comportamiento complementario debido a las características de cada fuente energética. Además, la generación con carbón es de rápida respuesta ante el incremento de la demanda o la ausencia de fenómenos climáticos imprescindibles para las renovables, por lo que es clave para la seguridad de suministro. Por tanto, para la adecuada gestión del mix energético, evitando tanto excesos de producción que obligue a su vertido (desecho) como a cortes que resultarían catastróficos para la economía productiva, las necesidades domésticas y el funcionamiento de los servicios.

Sólo con la apuesta por las renovables, la eficacia en la lucha contra la emisión de gases efecto invernadero resulta insuficiente. Es imprescindible combinar la extensión de fuentes renovables con la captura y secuestro de CO2 procedentes de las fuentes fósiles que van a seguir siendo necesarios al menos en la etapa de transición hacia una economía cada vez menos dependiente de las energía fósiles, dada la rápida progresión del cambio climático y la lenta introducción de fuentes renovables, a lo que se añade el acceso a la energía de los países emergentes.

Pero el drama en nuestro país es que se consume carbón procedente del mercado, extraído con un dumping social, ambiental y laboral injustificable. Adquisición amparada por el Gobierno de España, que ha renunciado a la defensa del carbón nacional tras la caducidad, en diciembre de 2014, de la vigencia del RD 134/2010, que obligaba al consumo cuotas acordadas. Esto, junto con los recortes y los reiterados incumplimientos del Marco 2013-2018, acordado con los Agentes Sociales, conduce al sector a una agonía provocada por quienes deberían velar por el mantenimiento de un sector productivo todavía importante y de carácter estratégico en la producción eléctrica.

Y, mientras tanto, se desmorona un sector productivo, genera más paro y se cae la economía productiva de las comarcas mineras.