Diputado de Ciudadanos

Ciudadanos... sí que es pot

De cómo se puede ganar a los nacionalismos desde la prudencia ilusionada y liderar un cambio profundo que modernice el país

Lo sucedido en Cataluña desde setiembre nos permite constatar algunos hechos relevantes y, a nuestro juicio, benéficos y esperanzadores.

Primero. En la política española se han acabado los temas tabúes y las discusiones sobre lo accesorio, tan del gusto de PSOE y PP, y se ha planteado con crudeza la añeja problemática en torno al separatismo nacionalista, la lealtad institucional, la manipulación de los medios públicos de comunicación, la injusta ley electoral y la fragmentación que padece y lastra a España. Sirva de ejemplo lo sucedido con los mozos de escuadra el 1 de Octubre o la caverna mediática de TV3. Instituciones pagadas con dinero público. Mejor así: los problemas no se solucionan solos y hay que mirarlos de frente. La verdad es vital para la democracia

Especial responsabilidad histórica de este desaguisado la tiene el PSOE, que abrió la espita separatista con la insensata promesa de Zapatero de "apoyar la reforma de estatuto que apruebe el parlamento catalán (2003)", y dándoles alas a los nacionalistas con los ambiguos gobiernos tripartitos de Maragall y Montilla , los del catalanismo acomodaticio y el federalismo asimetrico.

Vacuidades conceptuales solo superadas por los recientes engendros de "plurinacional" o "nación de naciones". Y ya, últimamente, la medalla de oro a la irresponsabilidad la ha merecido la inacción aterradora del PP y Rajoy que deberían haber puesto pie en pared en 2012 y permitieron, escondiéndose cobardemente tras jueces y tertulianos, un "procés" kafkiano y que puede traer gravísimas consecuencias sociales y económicas para España.

También constatar a lo largo de estos meses que el telón de fondo de la farsa catalana siempre ha sido lo acaecido en Euzkadi y las prebendas que el nacionalismo vasco ha ido consiguiendo durante treinta años. De hecho, Urkullu fue elegido mediador por Puigdemont y Otegui interlocutor de los radicales. Aún más, el 19 de octubre, el lehendakari efectuó una declaración institucional afirmando que Puigdemont no había declarado la independencia y que por lo tanto no había motivo para aplicar el 155. "Hago un llamamiento a la distensión y al diálogo. Hay abierta una oportunidad al diálogo".

En fin, Ajuria Enea estaba crecida porque conoce perfectamente la debilidad de los (mal) llamados partidos nacionales (PP y PSOE) , incapaces de lograr pactos entre ellos que acaben con la voracidad nacionalista, que defienden cosas distintas en Cádiz o en Ondarroa, en Oviedo o en Barcelona y con la apelación constante a un "diálogo" que siempre acaba con cesiones a los nacionalistas para apuntalar, a cambio, intereses partidarios propios. Desgraciadamente esto se ha vuelto a visualizar recientemente, con la inestimable colaboración de Podemos como tonto útil, en el caso del cálculo del "cuponazo" vasco. Un ejemplo nefasto de inequidad y un agravio para el resto de los ciudadanos españoles.

Segundo: después de casi cuatro décadas de Constitución democrática es hora de cerrar la "historia interminable" del proceso de descentralización. Es hora de poner límites que garanticen la cohesión social y la igualdad entre todos los ciudadanos españoles. Reivindicamos un estado descentralizado y respetuoso con las peculiaridades y autonomía de cada territorio pero a la vez sólido y viable, con instituciones fuertes atentas a sostener el interés general frente a particularismos egoístas y excluyentes. Y por tanto cualquier sistema de financiación (justo y viable) de las competencias ejercidas por las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos ha de ser precedido por la reforma y cierre del citado modelo territorial que aporte transparencia y claridad sobre las reglas de juego. De hecho, y redundando en lo dicho, la Comisión de Expertos para proponer una reforma del Sistema de Financiación Autonómica (SFA), por mandato de la Conferencia de Presidentes. Emitió un informe donde, al analizar el actual sistema, dice claramente que las regiones forales, sin perder su régimen especial, que contempla la Constitución de 1978 -aunque sí revisando la forma en la que se calcula el cupo y la aportación-, deben empezar a aportar a la solidaridad interregional, pues no es lógico que dos regiones prósperas no contribuyan cuando dicha solidaridad entre regiones también es un mandato constitucional.

Tercero y último : millones de catalanes y españoles se están blindando contra la resignación , el cinismo político, el postureo estéril, la manipulación informativa, la equidistancia diletante, la "asimetría" en derechos fundamentales y los privilegios y chantajes territoriales. El resultado de las urnas ha sido elocuente y la esperanza de cambio ha sido depositada en Ciudadanos, partido que ha demostrado que si se puede ganar al nacionalismo y , desde la prudencia ilusionada y el trabajo arduo, liderar un cambio profundo que modernice nuestro país. Nosotros sabemos a dónde vamos y decimos sí a Cataluña, sí a España y sí a Europa porque creemos, con el filósofo, que "afirmar es siempre más valiente y sustancial que negar".

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