Los españoles, desde Cervantes en adelante, hemos tenido la fama bien ganada de quijotes. Hemos ido por el mundo deshaciendo entuertos cuando tenemos nuestra casa patas arriba. El idioma castellano o español, esa lengua que nos ha llevado a comunicarnos desde hace siglos, ahora y gracias a la clase política de basura que tenemos está en franca desprotección, huérfana de personas que lo defiendan.

La finalidad de un idioma es entenderse y comunicarse entre personas; ahora estamos en el proceso contrario, no entendernos. Esta organización política tan caótica en la que se incentivan los reinos de "taifas" llamados autonomías tiene que justificar su escaso trabajo y sus chiringuitos y para eso se inventan nuevos idiomas o idiomas anticuados y en desuso. Me parece bien que todas estas lenguas regionales se conserven para que no desaparezcan; pero de ahí a imponerlas a todos los ciudadanos por ley me parece una barbaridad. La gente no las demanda, son determinados lobbies políticos con poco trabajo en que ocuparse y que se inventan cuestiones para colocar a amiguetes.

Los nacionalistas se han salido tanto con la suya que, además de la obligatoriedad de hablar esas lenguas cooficiales, nos meten muchas palabras como obligatorias al resto del país. Como ejemplo pongo uno muy ilustrativo: todos los días escucho en radio y televisión referirse a Lleida y no a Lérida. Cuando nos referimos a Londres no decimos London o cuando vamos a Nueva York no decimos New York.

Bueno, pues los nacionalistas han conseguido colonizar nuestro idioma castellano sin que seamos capaces de rebelarnos y decir: basta, me niego. Seguimos como masa borreguil sus dictados. Y ahora vienen los ultras bablistas con que hay que hablar "bable", que es como si nos dijeran que tenemos que andar todos con madreñas o hacer un hórreo en el jardín. Yo las madreñas las uso, pero en mi pueblo y en los ratos libres.