El pasado 3 de junio sufrí un accidente en el viaducto de Llobones, en la Autovía del Cantábrico, en sentido Gijón, como este periódico indicó en la página de "Sucesos" del día siguiente. Desde aquí, quiero agradecer la ayuda prestada por las siguientes personas:

En primer lugar, dar las gracias a las personas que iban en la grúa detrás de mí y que, según me dijeron, vieron cómo ocurrió el accidente. Ellos, me imagino, fueron los que dieron la voz de alarma a todos los servicios que después me atendieron. Estos señores intentaron sacarme del coche, pero la puerta no cedía. En todo momento me dieron ánimos y se preocuparon por cómo me sentía. Fueron excelentes personas que mostraron una gran humanidad que tanto hace falta en estos tiempos.

A continuación, quisiera dar las gracias a los Bomberos de Villaviciosa y Llanes (según indicó este periódico) -bastante les iba yo a preguntar de dónde eran en estas circunstancias-, que demostraron en todo momento su gran profesionalidad a la hora de inmovilizarme y excarcelarme del coche. Pero lo que más agradezco es que en todo momento me dieron palabras de ánimo y me preguntaban constantemente cómo me encontraba. Como los primeros que intentaron auxiliarme, demostraron una gran humanidad que en este momento era lo que más necesitaba. Así, consiguieron transmitirme una gran tranquilidad que ahora mismo me parece imposible que pudiera llegar a tener. Al igual que éstos me trató la Guardia Civil de Ribadesella.

Cómo no agradecer también al personal de la ambulancia, que, al igual que los Bomberos, demostraron su gran profesionalidad y me hicieron sentir bien con sus palabras de ánimo hasta que fui trasladada al Hospital de Cabueñes.

Por último, dar las gracias al servicio de Urgencias del citado Hospital y en especial a las doctoras que me atendieron, que no sólo se preocuparon por mi salud que es su labor, sino que me trataron igual que todas las personas citadas anteriormente, con una gran humanidad y palabras que ayudaron a estar más animada en estos momentos donde uno se siente mal física y anímicamente.

Necesitaba mostrar mi agradecimiento a través de este medio porque hoy día, con las prisas, el estrés... nos olvidamos de algo muy importante que es el trato humano hacia otras personas que en ese momento es lo que más necesitan.

En este momento me encuentro bien, con el cuello dolorido y atendida por un fisioterapeuta. Y muy animada, por cierto, quizá porque descubrí que en este mundo aún hay personas como con las que yo me encontré en un momento tan difícil, repito: con una extraordinaria humanidad. Encarecidamente les doy las gracias desde aquí; nunca olvidaré el buen trato recibido por todos y cada uno de ellos.