Soy profesora de segundo de Bachillerato en un instituto de Asturias. Todos los años tenemos en el centro reclamaciones de alumnos a los que les queda una asignatura, cuyo último objetivo es que les aprueben en un despacho de la Consejería de Educación.

Muchos de ellos saben desde principio de curso que no hace falta dedicarse a todas las asignaturas, que pueden dejar la más complicada para que se la "limpien".

Los profesores afectados sabemos que por uno u otro defecto de forma los alumnos serán aprobados, sin merecerlo. No creo que pongan en duda nuestro trabajo durante el curso, ni la idoneidad de las notas que han sacado los alumnos.

Simplemente buscarán una excusa, un error burocrático, para no dejarles con una asignatura suspensa. Da igual si se desautoriza a los docentes o a los centros.

Da igual si el mensaje que se les transmite es que hay maneras de aprobar sin esfuerzo, sin trabajo, sin conocimientos, basta saberse alguna triquiñuela del sistema para triunfar.

¿Y luego queremos que sean adultos responsables? ¿Qué valores fomenta desde su despacho, señor consejero?