Para algunos, esa dilatada etapa que podríamos llamar "el final del verano" empieza con la venta de lotería para el Gordo, para otros con el regreso del fútbol, o con las segundas rebajas que anticipan a su vez "la vuelta al cole", pero desde hace unos años llega con los anuncios de los festivales de pre-otoño del independentismo catalán, con su epicentro en la Diada del 11-S. Este año el primer evento del programa será el abucheo al Rey el 17 de agosto, pero entre medias habrá más. Esa pasión por los eventos masivos en que hacerse notar, llamar la atención del mundo y revivir la ilusión de que la calle es suya, es parte ya del hecho independentista, su forma exterior. Esto ratifica que el independentismo es ante todo absolutista: gobernar un país, gestionar las cosas, resolver los problemas de la gente han dejado de formar parte de una dieta bajo la que sólo se come independencia.
