El lunes 6 de agosto mi mujer y yo regresábamos de pasar un fin de semana en Londres. El avión de British, tras un vuelo perfecto a pesar de la poca visibilidad, aterrizaba en el aeropuerto de Asturias a las 23.35, con diez minutos de adelanto sobre el horario previsto. Tras un breve desplazamiento en autobús, los aproximadamente 80 pasajeros del vuelo llegábamos a la terminal sobre las 23.50. Las maletas llegaron al mismo tiempo que nosotros, en su peculiar trenecillo. Todo perfecto. Pero en ese momento se produjo el parón. La fila de ingreso para el control de pasaportes o DNI no avanzaba. Eran ya algo más de las 00.00 y aquello apenas se movía. Pronto alcanzamos a ver la razón los que estábamos al final de la cola: en las dos cabinas de control había tan sólo un policía nacional (desplazado de la Comisaría de Avilés, según supimos después). Y aquel policía, joven y apuesto, además de estar solo, parecía estar ejerciendo con auténtico placer su rol de juez supremo. Miraba y remiraba pasaportes y DNI sin prisa ninguna, provocando el consiguiente atasco. Estaba claro que estaba disfrutando de su minuto de gloria. Siendo como éramos, en su inmensa mayoría, ciudadanos españoles, no había forma de entender aquello. Calculo que daba paso a dos o tres personas por minuto. Sobre las 00.20 ya comenzamos a impacientarnos y surgió un murmullo de protesta. Entonces, aquel juez de jueces parece que se apiadó de nosotros, y pasamos los últimos treinta en unos dos o tres o minutos.

Preguntas: ¿Por qué había un solo policía si la llegada del vuelo de Londres es regularmente a esa hora? ¿Por qué se demoraba tanto aquel policía en dar paso a ciudadanos españoles, en su mayoría asturianos? ¿Por qué, si es preciso, no dan preferencia a los ciudadanos de la UE sobre los británicos, que ya no lo son?