Xuan Xosé Sánchez Vicente

No hay carretera sin baches

Nin prau que nun tenga hierba, reza una versión del cantar. De la hierba hablaremos más adelante, ahora de los baches.

LA NUEVA ESPAÑA del 29/07/18 anunciaba que los baches de la A-66 entre León y Benavente desaparecerían para el 2020. Si no recuerdo mal, creo que don Pedro de Silva se quejaba fechas antes, en estas páginas, del estado calamitoso de ese tramo.

Pues bien, no es únicamente esa carretera la que da cumplimiento a la afirmación del cantar: he andado en fechas inmediatas por otras autovías del occidente español, por la A52, por ejemplo, y su estado es igual de deplorable. Y aquí, en Asturies, tenemos algunos tramos también manifiestamente mejorables en su firme, en la AS-I, o en la A8. El refalfiu carreteru, primero -creando vías innecesarias-, y la crisis, después, han hecho que apenas haya conservación. Varias asociaciones de automovilista vienen señalando reiteradamente ese déficit, que algunos evalúan en 7.000 millones, y que es causa de accidentes.

Por cierto, las lluvias y el calor hacen esta temporada las delicias de quienes tienen huertos o jardines, que elevan a los cielos una y otra vez sus bendiciones por la hierba que no para de crecer, incontenible.

Al Gobierno asturiano, sin embargo, esa naturaleza desbordada y lujuriante ni le preocupa ni lo ocupa. Pasen ustedes por cualquier carretera autonómica -de las municipales, ¿para qué hablar?- y verán cómo les sebes ocupan los bordes de los viales y ocultan las señales, con el consiguiente peligro para la circulación.

Si dejamos a un lado la hipótesis de una voluntad conservacionista de los llimiagos, caracoles y culiebres de los bardiales, podríamos preguntarnos: ¿para cuándo piensa poner el Gobiernu manos a la obra?

Temo que la respuesta sea también conservacionista, la del Hermano Lobo: para cuando se promocionen los centenarios del Reino y de Covadonga: para el año que viene, si Dios y la Santina quieren.

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