Desde hace unos meses soy ovetense de adopción. Soy estudiante del MIR, como tantos otros que inundan las calles y los pisos de Oviedo de junio a febrero cada año.

Llevo tiempo queriendo escribirles, en primer lugar, para felicitarles por su preciosa ciudad, su cálida gente y su increíble clima, que nos brinda a los estudiantes un ambiente ideal donde pasar los duros meses de preparación al examen MIR. Es curioso cómo en los pocos meses que llevamos aquí ya sentimos esta ciudad como nuestra, su gente como nuestros "paisanos" y su comida como la de nuestra casa, y eso es gracias a la calidez de los asturianos. Gracias.

El segundo propósito por el que quería escribirles era para hacerles una propuesta que quizá ya hayan escuchado alguna vez. Miren, el primer día que llegué a Oviedo una de las cosas que más me llamó la atención fue el descubrir en cada calle, cada plaza y hasta en los sitios más recónditos, estatuas.

Estatuas de homenaje, de recuerdo, de protesta, de añoranza, de historia? y entre tantas estatuas yo pensé "seguro que hay alguna de los estudiantes MIR". Sin embargo y para mi sorpresa, ni detrás de Woody Allen, ni al lado de Mafalda, ni cerca del perrito "Rufo" había ninguna referencia a los "MIRes".

Precisamente este año la academia acaba de cumplir 30 años: 30 años de llenar Oviedo de pobres médicos con sus libros, 30 años de colas en las bibliotecas a las 8.30 de la mañana para ir a estudiar, 30 años de papelerías con carteles de "descuentos a mires", 30 años de rejuvenecer las calles los sábados por la tarde cuando salimos de los simulacros, 30 años de pisos y residencias a tope de estudiantes MIR, y así un larguísimo etcétera.

Soy consciente de que no somos los habitantes más implicados o más accesibles, el hecho de tener que estudiar 11 horas al día nos dificulta un poco la tarea. Pero somos también Oviedo, aunque hayamos nacido en Madrid, Canarias, Granada o Sudamérica. Y nos gustaría poder dejar algo cuando nos vayamos, un recuerdo, algo que sintamos como propio cuando volvamos al cabo de los años con tantos recuerdos y buenos momentos, algo para las futuras generaciones que lleguen, con sus libros y su ilusión a estudiar aquí el MIR.

Aquí queda por tanto mi propuesta: hagan una estatua en homenaje a los estudiantes del MIR, a los miles que han venido y a los miles que seguirán viniendo muchos años más.

Sin nada más que decirles, sólo compartiendo este pequeño sueño que tuve al llegar a Oviedo y que espero que pueda hacerse realidad, por mí y por todos mis compañeros.