Francisco Prendes Quirós fue un político con presencia pública ininterrumpida durante más de 40 años, aunque, por falta de afición al poder, sólo tuviera un cargo un breve tiempo. Era un orador formidable, uno de los mejores que he conocido, con la virtud añadida de que su oración no era palabrería, sino que engranaba en conceptos con sentido, y éstos en convicciones de sentimiento. Durante todo ese tiempo militó, antes que nada, en la sociedad civil, con presencia en actos y conmemoraciones de diverso tipo, y en los periódicos, pues su pluma era casi tan buena como su verbo. Se implicó en todo lo que merecía la pena implicarse, combinó compromiso con independencia de manera ejemplar, creía que la plena decencia formaba parte del civismo, y la practicaba. En su boca, y sobre todo en su conducta, la República que predicaba aquí y allá adquiría plena credibilidad. No hay recambio posible.
