Vicente Montes

El político expansivo

El universo se expande. Areces también lo hacía. Esa virtud también fue en ocasiones el defecto que le afearon quienes se enfrentaron a él en alguna ocasión o trataron de poner límite a esa capacidad innata para llevar a cabo el discurso por elevación, la inagotable capacidad de trabajo, la personalidad arrolladora. A Areces no le bastaba el notable, peleaba hasta la última décima ya fuese el examen un debate parlamentario o las elecciones inminentes.

Como matemático, Areces era pragmático: lo que importaba era resolver el problema, aunque la premura y el afán por hacerlo no llevasen en alguna ocasión al resultado óptimo, aunque el contrincante de hoy terminase como aliado mañana. No había quien le parase cuando fijaba el objetivo en algo.

Con él se va una Asturias que tardará en volver: la de los presupuestos desahogados, en los que había incluso que pensar en qué gastar el dinero que existía, la que inflaba su poder administrativo con la incorporación de transferencias y que hasta desarrollaba nuevos entes en su Estatuto; la que diseñaba superpuertos, megahospitales, superlativas áreas logísticas, museos por doquier que impulsaba un Areces capaz de idear con cualquier mimbre un proyecto. También se va un PSOE enfrentado con dos bandos ("guerristas y renovadores") que se disputaban el poder interno sin miramientos. Pero todos, incluso los que vivieron los episodios más tensos con Areces, señalan de él su capacidad para olvidar las afrentas y seguir adelante en esa expansión imparable. Las diferencias, por ejemplo, entre Javier Fernández y él, no sobrepasaron el límite del respeto mutuo. Sólo la sombra de la corrupción en la administración autonómica en el último coletazo de sus mandatos puso la nota de amargura. Eso, y una crisis que frustró aquella Asturias diseñada a golpe de anuncios e inauguraciones.

Incluso le persiguió su propia "leyenda urbana": fue falsa la afirmación de que él había asegurado que era un mito que los jóvenes asturianos emigraban por falta de empleo. Por una discusión de cifras se enredó en un término desafortunado que acabó cumpliéndose.

En todo caso, el político sin descanso ya reposa.

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