El capital científico de Asturias

La necesidad de una ley de investigación e innovación para impulsar el talento de los asturianos

Hace más de un año que Adrián Barbón, secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA) y candidato a la Presidencia del Principado de Asturias, me encargó la tarea de presidir el Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología de la FSA con un objetivo: elaborar un programa en materia de ciencia y tecnología que permitiese situar Asturias en el grupo de cabeza de comunidades autónomas respecto al ecosistema de la Investigación e Innovación (I+I), y además en un plazo de tiempo razonable. Una tarea que acepté de forma altruista como forma de devolver a la sociedad todo lo que ha invertido en mi formación.

Adrián no me escogió por azar: nos conocimos a la edad de 3 años y llevo mucho tiempo, mucho antes de que fuera alcalde de Laviana, contándole los problemas a los que nos enfrentamos la comunidad científica no sólo a nivel regional, sino nacional. Hemos seguido itinerarios vitales distintos. Él, licenciado en Derecho, se ha comprometido con la sociedad a través de la política, mientras que yo, doctor en Biología y científico en el Instituto de Productos Lácteos de Asturias (CSIC), pertenezco a una de las generaciones que han sufrido los recortes en ciencia de forma más directa. Pero ambos compartimos dedicarnos a aquello que nos gusta, como si de conferencias de Max Weber se tratase (me refiero a sus famosas "Política como vocación" y "Ciencia como vocación").

Han sido casi 16 meses trabajando en mis horas libres tratando de responder a preguntas como: ¿dónde se investiga en Asturias?, ¿quién financia la investigación y la innovación en Asturias?, ¿qué otros modelos implementados por otras comunidades autónomas podrían servirnos de guía?, ¿qué urgiría poner en marcha? Para ello he leído mucho y realizado casi dos docenas de entrevistas con personas relevantes de instituciones asturianas y de fuera de nuestra región (hablo de exsecretarios de Estado, un expresidente del CSIC, un expresidente del European Research Council, consejeros autonómicos?). Personas con amplia visión histórica y estratégica sobre política científica a nivel europeo, nacional y regional.

Asturias cuenta con un capital científico excelente en distintas áreas de conocimiento y localizado en la Universidad, los servicios de hospitales del Sespa, también de los privados, el ISPA, la Finba, Institutos de Organismos Públicos de Investigación (CSIC, IEO, IGME) y sus unidades mixtas (UMIB), centros tecnológicos (Idonial, Cetemas, Asincar, CTIC), el Serida, numerosas spin-offs y empresas de base tecnológica, empresas innovadoras organizadas en clústeres o en federaciones, centros de I+D de multinacionales (Arcelor-Mittal, Thyssenkrupp, St.-Gobain), fundaciones, institutos privados, organismos como FADE, el Club de la Innovación o el de la Calidad... He podido identificar cuatro grandes bloques sobre los que proponer toda una serie de acciones (27 para ser más exactos) que una vez debatidas, pulidas y seleccionadas configurarán el programa electoral de la FSA en materia de I+I. Son cuatro bloques sobre los que hacer pivotar mejoras que atañen a la gobernanza, a la innovación, a la gestión de los recursos humanos y al fomento de la investigación y de la generación de conocimiento.

Por adelantar algunas medidas clave, y en línea con el Plan de Ciencia, Tecnología e Innovación 2018-2022, resulta indispensable a nivel de gobernanza recuperar la ciencia a nivel de Consejería, así como aumentar gradualmente la inversión en I+I (recordemos que el objetivo de Europa es de un 3% del PIB de inversión media para la eurozona en 2020). A nivel de innovación, favorecer la creación de empresas de base tecnológica y spin-offs, así como estudiar los posibles incentivos que faciliten la innovación en las empresas, en todas. A nivel de recursos humanos, formular un programa de retorno y atracción de talento, con una perspectiva clara para la incorporación y estabilización de este personal investigador al sistema de I+I asturiano. En el fomento de la investigación, intentar establecer un calendario con la publicación y resolución estimadas de las diferentes convocatorias de I+I o disminuir la burocracia? ¿Por qué es tan lenta? Y para darle un marco legal estable y homogéneo a estas acciones, planteamos estudiar la formulación de una ley de investigación e innovación autonómica, que despliegue instrumentos previstos en la ley 14/2011 de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación y en la ley 2/2011 de Economía Sostenible.

Además de su aportación a la sociedad del bienestar, la ciencia y por ende la política científica son indispensables para crear empleo y generar riqueza. Asturias necesita contar, durante los próximos años, con una Presidencia sensible a la importancia de realizar y mantener una inversión adecuada en investigación y en innovación. Necesitamos una Presidencia que apoye sin reservas la implementación de una política científica, y creo que no debemos dejar de aprovechar esta oportunidad para forjar una Asturias más dinámica y más atractiva para la inversión en innovación y en generación de conocimiento. Esa persona es Adrián Barbón.

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