La brecha de todos

Un camino de construcción, que no de destrucción, para igualar las condiciones de unos y otros, siempre contando con el total de la población

Hay unos pocos momentos en la vida de un país en los que se puede apreciar una unión tan fuerte como la que vimos en España hace hoy un año. El 8 de marzo de 2018, cientos de miles de persona salimos a la calle en todas las ciudades del país con un único objetivo: demostrar que los días en los que las mujeres éramos menos por el mero hecho de ser mujeres habían tocado a su fin. Asturias no se quedó atrás en esa gesta.

En esta reivindicación, sencilla de formular pero tan difícil de ejecutar, nos acompañaron entonces multitud de hombres que entendieron que era su deber estar allí: no liderar, no organizar, no protagonizar; simplemente, estar. Porque no se puede, ni se debe, cambiar una sociedad entera sin contar con una mitad. Por eso, el 8 de marzo del año pasado se logró un consenso histórico. Y este año tenemos la ineludible responsabilidad de continuar demostrando nuestro compromiso con ese pacto.

Ese espíritu de construcción es el que debe prevalecer. Juntas, juntos, tenemos el deber de seguir reduciendo esa brecha que nos separa, una brecha que es de todos, y eso sólo se puede hacer de una manera: construyendo. Construyendo consensos, afianzando los avances, y no permitiendo jamás que se retroceda en un camino que ha sido tan largo y tan difícil de recorrer. Desde las administraciones, apoyando con absoluta firmeza las políticas de igualdad, de lucha contra la violencia de género, de equiparación salarial. Desde las actitudes individuales, corrigiendo esas pequeñas cosas, esos gestos o esas palabras que aún nos ponen en escalones diferentes. Todo suma para seguir construyendo.

Y es que el verbo construir no se utiliza en balde. Al contrario, sirve como la mejor de las explicaciones para quienes aún no han sabido ver a qué nos referimos. Si ante un edificio de 15 plantas hay uno de 6, y queremos que ambos tengan igual número de pisos, sólo hay dos opciones: o derribar en uno, o construir en el otro. Nadie quiere derribar, y por eso todo esto se llama feminismo.

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