Siguen sin disculparse

De la abundancia de insultos en la política y la necesidad de una rectificación en Llanes

La escena pública se ha llenado de lenguaraces. Descalificaciones e insultos ocupan la mayor parte de la crónica política. "Malparido" a Manuel Valls. "Trifálico" a la derechas. "Vendepatrias" al gobierno de España. O los 19 insultos que Casado dedicó a Pedro Sánchez, con "felón" como destacado. Difícil superar tanto escarnio. El Alcalde de Llanes y su entorno lo consiguieron.

Aunque hace ya tres semanas que la eficaz investigación de la Guardia Civil y la ejemplar instrucción de la juez de Llanes demostraron que no hubo móvil político en el asesinato de Javier Ardines, ellos, que sugirieron y alimentaron durante meses dicha tesis, no se han disculpado.

Numerosos vecinos y vecinas del concejo fueron señalados por el primer edil y sus aledaños, como sospechosos de un hecho execrable. Y ello a pesar de no existir certeza alguna en esa dirección y de haber condenado con contundencia, los apuntados, delito tan detestable. Utilizaron la peor de las insidias para lograr una ventaja política que su gestión les niega.

En realidad ese es su problema. Su fallido y nefasto mandato. A falta de realizaciones positivas, para Llanes y sus gentes, embarran el campo con embustes para posteriormente justificar su condenable proceder. Antes lo hicieron con trabajadores municipales, interinos o funcionarios, temporales o de cuerpos nacionales, de UGT o de CC OO. Y con la residencia de ancianos Faustino Sobrino, cuyo patronato preside la primera autoridad local.

Exageraron los problemas que afrontó durante la crisis como la mayoría de instituciones semejantes para contratar un "gerente profesional", del gusto del alcalde. Con él llegó el desastre.

Empezó poniendo en duda la calidad de la comida que las hermanas de la Divina Pastora daban a los residentes. Continuó insinuando malas prácticas en las contrataciones. Disminuyó la calidad de atención a los mayores, despidiendo a trabajadoras. Exigió y logró el cese de la madre directora. Llevó a la congregación a abandonar Llanes después de 124 años, admirables. Aguantó, por el voto de calidad del alcalde, a pesar de las manifestaciones populares en contra de su proceder. Pero al final, hace un mes, él y su valedor, se quedaron completamente solos y se tuvo que ir.

Hoy dicha residencia está sin directora, sin congregación y con un gerente en funciones. A eso conducen las tácticas y actuaciones del corregidor llanisco y su entorno.

Nos deben una explicación y una disculpa. Tenemos derecho a conocer las razones personales y políticas que les llevaron a maquinar la patraña del motivo político. Y exigimos una disculpa. No solo los socialistas, sino toda la ciudadanía llanisca afectada por su mentira. Toda la que no comulga con sus ruedas de molino. En el presunto programa de investigación de TV, en el que el alcalde insistía en las posibles razones políticas del asesinato, señalaron incluso a la familia de un anterior concejal de IU, llamando a su puerta. Una indignidad.

Colocan en la diana a quien discrepa, para verter sobre él descrédito e insultos. Conviene tomárselos con filosofía, como Francisco de Quevedo: "No los tomé, porque temí cortarme / por lo sucio, muy más que por lo agudo, / ni los quise leer, por no ensuciarme".

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