Estudié Derecho en la Universidad de Oviedo, terminando en el año 2014. Junto a mí terminaron alrededor de 150 compañeros de promoción, los que habíamos cursado la carrera año por año. Fuimos la generación que en 2010 inició el proceso de Bolonia en España, el primer grado en Derecho. No lo recuerdo particularmente positivo ni negativo, aunque hay opiniones disidentes. Desde luego, vivimos el momento de transición con todas las incertidumbres que ello conllevaba mientras la Universidad se amoldaba e iba probando las adaptaciones con nosotros.

Aquellos que querían ejercer como abogados y los que aún estaban buscando su camino nos vimos obligados a cursar el llamado Máster de Abogacía como consecuencia de la entrada en vigor de la Ley 34/2006, de 30 de octubre, conocida como Ley de Acceso a la Abogacía. Más allá de la opinión sobre el contenido y utilidad del mismo, en términos económicos vimos reducidos los estudios en Derecho en un año, pero teniendo que invertir en una formación de un año y medio a un precio mayor de lo que habría supuesto aquel quinto curso de carrera. La entrada a la profesión nos requirió también la realización de un examen de conocimientos que se realiza a nivel estatal. Todo ello por "la importancia de la formación práctica de los profesionales, de modo que quede garantizada de forma objetiva su capacidad para prestar la asistencia jurídica", según la ley. En opinión de algunos, una medida para limitar la entrada a la profesión en la que el número de colegiados no dejaba de crecer.

Nunca he ejercido la abogacía en Asturias, tampoco en otros lugares dentro del sector de la abogacía tradicional. Mi conocimiento del sector terminó en 2015 cuando tomé otras opciones profesionales. Desde entonces, lo que conozco ha sido a través de personas de mi entorno que sí la ejercen. Lamentablemente, de aquella promoción de abogados, pocos continúan en Asturias.

Recientemente, varios años después de haber terminado nuestros estudios, descubro con sorpresa e indignación cuál es la realidad de aquellos compañeros y compañeras de promoción que, sin tener un respaldo familiar en el sector, han decidido desarrollar su carrera profesional en nuestra región donde su labor es tan necesaria pero el futuro amenaza con estar completamente vacío de juventud.

Algunos han encadenado contratos de prácticas o contratos temporales esperando que algún día les ofrezcan unas condiciones dignas. La gran mayoría ejercen como falsos autónomos para los bufetes de abogados ya consolidados:

- Cobrando una comisión fija menor a la mitad del salario mínimo interprofesional y unas comisiones variables que resultan de la disección en infinitas partes de los beneficios que generan, careciendo de un salario total mensual suficiente para mantenerse sin depender de su entorno más cercano.

- Sin poder de decisión sobre su jornada laboral ni sobre sus vacaciones, pero con la responsabilidad de asumir los mandos del bufete cuando sus superiores sí se toman las licencias o vacaciones que necesitan.

- Teniendo dificultades para cumplir con las formaciones que exige el turno de oficio por incompatibilidad con la jornada de trabajo y porque su salario difícilmente les permite asumirlas.

Las opciones que les quedan son pocas: dejar de ser abogados para personas físicas y unirse a grandes bufetes dedicados, principalmente, a cuestiones mercantiles o dejar Asturias. En una sociedad pequeña como la asturiana y en un sector tan tradicional como la abogacía, se sienten incapaces de rebelarse contra el sistema porque aquellos valientes que se han atrevido a señalar a algunos, se les han cerrado las puertas de todos. ¡Qué curioso! -pienso con tristeza- los garantes de derechos de otros asumiendo la pérdida de los propios.

¿No estábamos ya capacitados por nuestro nuevo plan de estudios? ¿El máster de Abogacía y el examen de Abogacía no garantizaban nuestra "objetiva capacidad"? ¿Dónde están las condiciones laborales correspondientes después de varios años de trabajo? ¿Cuántos abogados están participando de ello con sus acciones o con su silencio? ¿Qué va a hacer el sector en Asturias cuando todos los profesionales jóvenes se hayan ido?

¿Qué Asturias queremos?