Las áreas urbanas más exitosas se definen por académicos, investigadores, divulgadores y expertos con calificativos como ciudades disruptivas, ciudades creativas (Richard Florida), ciudades globales (Saskia Sassen), ciudades conectadas (Parag Khanna), ciudades abiertas (Richard Sennett). En nuestro caso preferiblemente, ahora que, según los alemanes, la industria vuelve a las ciudades, hablaríamos de un área urbana definida como de industria 5.0 -junto a las TICs y las tecnologías del conocimiento y la innovación- partiendo del núcleo industrial existente, transformado y evolucionado (José Luis Marrón). La propia definición encierra una vocación transformadora.

En nuestro caso tenemos potencial para la formación de un área urbana caracterizada por ser una moderna metrópoli policéntrica en red, por lo tanto, no jerarquizada ni segregada, atendiendo a una sociedad compleja y líquida, dentro de un modelo de economía creativa, capaz de irradiar energía y fortaleza a nuestras alas territoriales. Y base para formar parte de organismos más grandes, como las megarregiones, redes de relaciones todavía más amplias y altamente eficientes.

El nuevo modelo de ciudadanía está soportado por tres pilares: autonomía personal, diversidad e igualdad de derechos y oportunidades, son las grandes ciudades los espacios políticos de preferencia para ejercerlos con plenitud desde la proximidad y que se concretan entre otros por: una movilidad eficiente, un desarrollo sostenible, respeto medioambiental, acceso a servicios culturales, el ejercicio real del fundamental derecho al trabajo, una satisfactoria asistencia sanitaria, educación y formación de calidad, facilidad para el emprendimiento, la investigación la innovación, la esencial capacidad para financiar los proyectos? En conclusión, la implementación del concepto del "Derecho a la Ciudad" proclamado por Naciones Unidas: garantizar la igualdad de oportunidades y que todas las personas tengan acceso "a un patrón de vida adecuado".

¿Cuál es nuestro modelo? ¿En dónde queremos vivir? Si queremos un entorno de localismos, espacios fragmentados, rivalidades entre vecinos, duplicando o compitiendo por un centro comercial, por un centro logístico, deportivo o cultural?

Si queremos vivir al margen de los cambios tecnológicos, sociales, geopolíticos, abandonar el camino del progreso, del desarrollo económico y del bienestar.

Si queremos perder población, que nuestros hijos tengan la obligación, no el deseo, de emigrar en busca de las oportunidades que aquí no les facilitamos.

Si queremos vivir al estilo de los Amish, en nuestra aldea perdida, alejados de la realidad propia del tiempo presente, refugiados en tradiciones y, en su caso, dirigidos, más bien mangoneados, por líderes temerosos y caprichosos que no aceptan los cambios?

Entonces ningún problema, nada hay que hacer, vale la pereza como respuesta. Es fácil: sentémonos a esperar tranquilamente a que nos llegue la decadencia, la irrelevancia política, económica y social, con la consiguiente pérdida del bienestar del que hemos venido disfrutando y que solo se puede mantener y sostener en el futuro por la vía del vigor económico, consecuencia del esfuerzo y de la toma de decisiones correctas. De lo contrario, en pocos años, siguiendo la evolución natural y la proyección que sostienen, de forma generalizada, expertos e investigadores sociales, habremos de renunciar a muchas de las ventajas que caracterizan nuestro actual modelo de vida.

Como sociedad debemos tomar conciencia e implicarnos. No vale ceder la responsabilidad en unos pocos, tenemos que conocer el alcance de las decisiones con buena información, con conocimiento de los pros y los contras. Toda decisión implica consecuencias; hay que analizarlas, debatirlas y, finalmente, asumirlas. Mejor intentarlo, aún a riesgo de cometer errores, que no hacer nada y vernos superados por otras ciudades más decididas. En el MIT Media Lab del Massachusetts Institute of Technology, uno de los centros de innovación más prestigiosos del mundo, están siempre dispuestos a equivocarse porque están convencidos de que de las equivocaciones se aprende.

Nuestro compromiso. Para los que quieren subir al tren del futuro con la zozobra propia de los largos viajes, pero con la ilusión y la esperanza de descubrir territorios cargados de oportunidades, en La Cámara, espacio para las confluencias que persigue el interés general, encontrarán información, debate, y un lugar donde escuchar sin dejar de pensar.

En las palabras inaugurales del mandato de nuestro presidente de La Cámara de Oviedo, Carlos Paniceres, expresó con determinación nuestro compromiso con el Área Metropolitana de Asturias (AMA). Desde entonces hemos trabajado en divulgar, debatir y consensuar. Hicimos y haremos múltiples actos, con formatos y en ámbitos diferentes. Redoblaremos esfuerzos para que sobren las razones y se esfumen las sinrazones y las excusas, colaborando y sumando. Siempre fieles al estilo, pluralidad y carácter de nuestra institución cameral.