Al final, en España hay dos grandes partidos, y el asunto se decidirá entre ellos. Esos dos partidos son el de los indecisos y el de los decididos. Ahora bien, aunque el de los indecisos es un partido-río, hoy por hoy el más caudaloso de la geografía nacional, afluyen a él aguas muy diversas. Están, por una parte, los desencantados de lado y lado, incluidos los desencantados de los desencantados. Están los indecisos decididos, que no abren su alma ni al encuestador. Están los coquetos, que ven de buen gusto ser indeciso, y los que siempre van con el partido ganador (el de los indecisos). Y están, por fin, los indecisos habituales, o sea, los apolíticos de toda la vida, que creen de veras serlo pero suelen cojear todos de la misma pierna, y ahora encima pueden hacer pie en el terreno que siempre les había gustado. Estos son los que pueden torcer de veras el mapa hacia la derecha.
