Una Universidad para los grandes retos del siglo XXI

La urgente necesidad de cambio y modernización en la gran institución académica asturiana

Asistimos a un profundo cambio de paradigma social en el que las universidades debemos aportar ideas para encarar sus retos. El siglo XXI es el siglo de las sociedades multiculturales, que han perdido su homogeneidad para ser sustituidas por comunidades fluidas, cambiantes y heterogéneas. Es el siglo de las sociedades digitales, en las que la gestión masiva de información mediante la inteligencia artificial y las tecnologías de la comunicación serán imprescindibles en cualquier ámbito. El tiempo de las sociedades sostenibles, porque solo con un giro radical podremos sobrevivir frente al cambio climático en el marco de un compromiso intergeneracional ineludible. Y de las sociedades saludables, que necesitan que haya cada día más vida de calidad. La Universidad del siglo XXI tiene que dar respuesta a todos estos retos porque, si no lo hace, se precipitará al vacío de la insignificancia. La Universidad asturiana debe tener voz en ese proceso liderando las aportaciones al cambio y la adaptación al nuevo entorno socioeconómico.

La Universidad de Oviedo ha de asumir la responsabilidad de afrontar los grandes temas que plantea la sociedad líquida presente y futura. Tenemos que enfocar el porvenir de la Universidad asturiana en esa dirección y articular estrategias alineadas con los retos de las nuevas sociedades para planificar nuestra oferta de estudios, las prioridades en investigación, los servicios de apoyo y atención al estudiante, y la organización y estructura de nuestras plantillas, tanto del personal de administración y servicios como del profesorado. El envejecimiento, la calidad de vida, los nuevos sistemas de atención y salud, la lucha contra el hambre, la enfermedad y la pobreza, la robótica y la automatización, el "big data", las ciudades y los territorios inteligentes, la ordenación del espacio y su uso, las sociedades reticulares, la globalización y los flujos poblacionales, la gentrificación, las nuevas igualdades y discriminaciones, la educación transformadora, la nueva gobernanza, la transición energética, el cambio climático, la sostenibilidad eco-social, los nuevos materiales, las economías verde y circular, el derecho digital y los desafíos legales de la sociedad global, las nuevas formas de trabajo, las nuevas formas de solidaridad y cooperación, el estudio y conservación de nuestro patrimonio, natural, histórico, artístico y cultural; y otras muchas más líneas de investigación ligadas a los grandes ejes intelectuales y científicos del milenio, y que harán de la Universidad de Oviedo una institución académica singular y estratégica: la biomedicina y la biotecnología, las energías renovables y la sostenibilidad, el universo digital y la gestión de datos, y el territorio y el patrimonio. Ninguno de esos grandes ejes temáticos se puede abordar sin filósofas, geólogos, historiadores, juristas, economistas, químicas, ingenieras, médicos, lingüistas, psicólogas, pedagogos y un largo etcétera de disciplinas académicas. Todos hemos de sentirnos involucrados en su consecución. Retos y objetivos que nos señalan nuestras prioridades y dónde asignar nuestros ajustados recursos; que nos sincronizan con las estrategias europeas de ciencia y la Agenda 2030, haciéndonos más atractivos para captar fondos y ayudas a la investigación.

Es el momento de avanzar, de centrarnos en las personas, en la investigación y la docencia y en la transformación organizativa de nuestra Universidad. Es preciso asumir nuevas formas de trabajo que respondan a la realidad de una geografía universitaria dispersa que necesita de soluciones de movilidad y administración distintas a las actuales. Han pasado 10 años desde la implantación de los estudios adaptados al Espacio Europeo de Educación Superior y ha llegado la hora de revisar lo que se ha hecho, y no de seguir en esta permanente huida hacia adelante con una oferta caótica de nuevos estudios. Debemos alinear nuestra docencia con esos objetivos y ofrecer una formación que satisfaga las expectativas de los estudiantes y del mundo en el que habrán de desarrollar su vida profesional. Es el momento de planificar la vida académica de nuestro personal y promover carreras estables, creíbles y previsibles. Es el momento de tomar decisiones para rejuvenecer una Universidad que terminará exhausta porque su plantilla será irreversiblemente vieja. Es el momento inaplazable de cumplir con lo que la comunidad universitaria en su conjunto y la sociedad asturiana en general esperan de nosotros. No podemos perder otros cuatro años para hacerlo. El momento es ahora, todos juntos.

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