Alberto Menéndez

Ninguneados

Cuando más calladitos estén mejor. Los partidos políticos asturianos son lo que son y tienen la influencia que tienen. Por supuesto que son libres de echarse en cara sus defectos unos a otros, pero solo les serviría para dejar en evidencia las propias carencias de cada uno.

La dirección de la Federación Socialista Asturiana (FSA) puede mostrarse todo lo satisfecha que quiera con la composición del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, pero lo cierto es que en el anterior había una ministra asturiana, María Luisa Carcedo, y en este no, y eso que el gabinete de ahora es mucho más amplio y que casi todos los compañeros de ejecutivo de la de San Martín del Rey Aurelio permanecen en el cargo y una, Dolores Delgado, pasa de titular de Justicia a la Fiscalía General del Estado.

Bien está tener a Adriana Lastra a la derecha de Sánchez en el PSOE, pero de ahí a darle un poder omnímodo en el socialismo español va un gran trecho. Vamos, que no, que una cosa es el partido y otra el poder ejecutivo. Dice la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa, que Lastra vale por tres ministras. Bueno, pues todos tranquilos en la región, que estamos sobrerrepresentados en el Consejo de Ministros. Porque, además, según la vicesecretaría general del PSOE la situación socioeconómica del Principado está bastante bien, no hay de qué preocuparse. Y por si faltaba algo, pues Teresa Ribera asciende en el escalafón y ya es vicepresidenta. Es decir, la política climática por delante de la industrial. "Un acierto", según el presidente del Principado, Adrián Barbón.

Se queja el PP asturiano (siempre se queja) de la falta de presencia regional en el Consejo de Ministros. Denuncian los populares de la comunidad la falta de peso de la FSA en Madrid. Y lo hacen precisamente ellos, que están intervenidos desde hace meses por la dirección nacional del partido, que obligó a dimitir a Mercedes Fernández como presidenta autonómica de la formación, que lleva desde entonces descabezada. Y sin trazas de una solución a corto plazo.

Y qué decir de Ciudadanos, un partido que más que intervenido ha sido devorado por la comisión gestora nacional de la organización. ¿Cómo si no se puede interpretar la desautorización al grupo naranja de la Junta General, obligado desde Madrid a votar en contra de los Presupuestos del Principado cuando sus diputados habían negociado una serie de enmiendas para abstenerse?

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