La arrogancia de Barbón y el Gobierno de España

El Ejecutivo socialista en el Principado debe tomar nota de la alianza de Pedro Sánchez

Pedro Sánchez no podría dormir con ministros de Podemos, por eso convocó nuevas elecciones buscando "una clara mayoría" alargando la estela de la reacción ante Vox; una clara mayoría que pasaba por el hundimiento de Podemos, al que suponía perdedor en la batalla por el relato de la repetición electoral; una clara mayoría que le permitiera tener las manos libres para llegar a un acuerdo pragmático con Ciudadanos al mínimo coste.

Apostó y perdió. Con este panorama, el PSOE de Pedro Sánchez se vio forzado a cerrar un acuerdo político con Podemos en 24 horas, no quedaba otra posibilidad. La debacle de Ciudadanos rompió todos los planes y obligó a Pedro Sánchez a amarrar la única vía posible para no perder el poder. Porque unas terceras elecciones podrían llevar al poder a una derecha muy movilizada, frente a unas fuerzas progresistas y a una izquierda desganada y decepcionada.

Es necesario pues un gobierno progresista que dé respuestas a los graves problemas sociales y desigualdad que sufre este país.

El gobierno de PSOE y Unidas Podemos será el primer gobierno de coalición en España desde la muerte de Franco, una anomalía si miramos al resto de países de la UE, donde se gobierna en coalición en 17 de los 28 miembros. Anomalía también si contemplamos que en 13 de las 17 comunidades autónomas, se gobierna en coalición.

Podemos se convierte así, a los 5 años de su nacimiento, en una fuerza de gobierno de España, abriéndose la oportunidad histórica, de influir directamente en las decisiones políticas y plasmar en medidas concretas las reivindicaciones que provocaron su aparición tras la movilización social que se arrastró desde el 15M.

El PSOE no tiene otra opción, porque de tenerla, no me cabe ninguna duda que elegiría la opción más conservadora, como marca su dilatada historia de pactos y acuerdos.

El discurso de Barbón hacia Podemos en Asturies es vergonzoso, ofende a la inteligencia y sólo puede responder a quien, desde la soberbia, no sabe leer la nueva realidad de una Asturies a la que su partido ha llevado a la decadencia tras 40 años de monopolio absoluto del gobierno. Barbón y su gobierno son más débiles tras la votación de los presupuestos asturianos para 2020. Su estrategia de compra de votos y amasijo de acuerdos transversales para evitar repetir un acuerdo presupuestario como el de 2019, se cerró con una ajustada votación, sin mayoría absoluta, en la que solamente contó con el apoyo incondicional de la genuflexionada IU, librando el trámite con las abstenciones de una tránsfuga de Cs que inmediatamente dejó de ser diputada y de uno de los dos diputados de Foro; el otro votó en contra.

Este esperpéntico final es producto de la torpeza de la FSA y de su secretario General y presidente del Gobierno asturiano, para estar a la altura de las circunstancias.

Con una Asturies en absoluto declive o establecemos políticas sólidamente sociales y solidarias, revertimos el enfoque de las políticas industriales y de empleo y afrontamos la transición energética aprovechando nuestra riqueza, o seguiremos en una inercia destructora que cada día nos hunde un poco más.

Este es el mensaje que no entiende Barbón, desde su atalaya mayoritaria obtenida al calor del auge de Pedro Sánchez y del parapeto ante Vox, una vez pasada la necesidad de aparecer como renovador ante unos equipos de gobierno del PSOE a los que se enfrentó, y cumplido el trámite de introducir un elemento diferenciador frente a Javier Fernández llegando a un acuerdo presupuestario para 2019 en Asturies con Podemos, algo que había sido imposible en los tres años anteriores de la legislatura.

La soberbia vuelve a definir la actuación de la FSA y Barbón enseña su otra cara, quizás la verdadera, mientras vende, como excelente comercial de la política que es, una Asturies de la esperanza en un discurso que no se sostiene cuando se confronta con la cruda realidad que sufre Asturies: una decadencia económica, social y demográfica que hoy ya es indiscutible.

Los Presupuestos para 2020 suponen un retroceso para la Asturies progresista. Paralizan las medidas recogidas en el acuerdo de presupuestos de 2019 y persisten en destinar cantidades ingentes de fondos públicos a tapar los agujeros producto de una mala gestión endémica en nuestra comunidad, con megaproyectos empantanados en una administración paralela creada en los años de la megalomanía política a los que se sigue dando prioridad y que nos hipotecan. La arrogancia de Barbón ante las propuestas de Podemos Asturies para estos presupuestos, es un enorme error político que la FSA ha tolerado. Porque ni un Ciudadanos en extinción, ni un Foro despedazado le podrán garantizar ninguna mayoría estable en cuanto a los números; pero lo que es más importante, ninguno de estos partidos posibilitará la implantación de políticas progresistas, de avance y cambio social, que es lo que necesita Asturies y que es algo que solamente puede aportar Podemos.

Porque los discursos comerciales, en política, tienen su recorrido. No son los discursos los que cambian la vida de la gente, sino las medidas concretas y los acuerdos políticos. Eso es lo que se está haciendo ahora en España, con la coalición progresista que va a gobernar el país: acuerdos políticos con medidas concretas de cambio y avance social.

Pero para que eso pueda tener alguna traslación para Asturies, primero hay que bajarse del pedestal de la arrogancia y la soberbia, señor Barbón. Los tiempos de Villa quedaron atrás, y el legado para esta tierra es demasiado evidente, por nefasto, como para persistir en el error.

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