Alberto Menéndez

Optimistas y falsos arrepentidos

El presidente del Principado, el socialista Adrián Barbón, es un optimista de boquilla. Eso es lo que aseguró ayer ante el Pleno de la Junta General la portavoz del grupo del PP, Teresa Mallada. ¿Y qué es un optimista de boca?, pues según la diputada popular es lo que en Asturias se conoce como un grandón y que se diferencia claramente del optimista racional y del optimista proactivo. En resumen, de acuerdo a los postulados de Teresa Mallada, el optimista de boquilla es una rémora para la región y por eso ella se considera más del tipo optimista racional o proactivo. Es decir, que no solo se dedica a hablar, que es lo que insinúa que hace casi en exclusiva el jefe del Gobierno asturiano, sino que lo que busca ella es actuar, intervenir para solucionar los problemas de la comunidad.

Vuelve por lo tanto el PP a insistir en una estrategia que viene siendo muy habitual en la derecha asturiana (en su conjunto) en las últimas legislaturas: achacar al Ejecutivo autonómico, y fundamentalmente a su presidente, cierta flojera, indolencia, en defensa de los intereses del Principado. A ello se suma en este mandato la crítica a la perniciosa dependencia de Barbón y su gabinete del Gobierno central de Pedro Sánchez. Continúa Mallada discurriendo por una senda ya trillada por sus antecesores en el cargo. Pero visto el escaso éxito electoral cosechado, quizá debería analizar el PP si no habrá llegado el momento de buscar vías alternativas para intentar erosionar el poder socialista en el Principado.

Eso sí, lo que debe buscarse siempre en estos casos son vías alternativas lógicas, sensatas y que se encuentren dentro de los límites de la ética política. Por ejemplo, lo que está haciendo la expresidenta de Andalucía, Susana Díaz, para mantenerse en el machito es impresentable. Decir ahora que se equivocó y que Pedro Sánchez tenía razón sobre la abstención a Mariano Rajoy es porque sabe que hay una operación para proceder a su sustitución como presidenta del PSOE de Andalucía. Muestra una falta de principios muy preocupante a la vez que una gran deslealtad con quienes confiaron en ella en algún momento, entre ellos muchos asturianos.

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