Han cambiado muchas cosas en Podemos desde su irrupción en la política española en 2014. Lógico, si se tiene en cuenta la inestabilidad de la política nacional e internacional de los últimos años. Pero una cosa es ir adaptándose a los tiempos, a las nuevas situaciones producto de la volatilidad de la cosa pública, y otra muy diferente acomodar un partido a los intereses de sus dirigentes y más en concreto a los de su líder, dando al traste con todos los planteamientos iniciales, con el programa fundacional de Podemos.

Eso, romper con cuestiones básicas en el funcionamiento de la organización, es lo que propone Pablo Iglesias en el documento ético que se debatirá y con toda seguridad se aprobará en la asamblea ciudadana (Vistalegre 3) dentro de dos semanas. Por un lado, quiere el todopoderoso Iglesias elevar el sueldo de los cargos, cuyo límite ya no será el de tres salarios mínimos como hasta ahora, al menos teóricamente. Punto final a una de las señas de identidad de Podemos desde su creación. Por otra parte, se plantea extender el mandato de quienes tengan responsabilidades institucionales "más allá" de los ocho años actuales e, incluso de los doce, si así lo deciden las personas inscritas en la formación. Un traje a su medida.

La dirección de Podemos-Asturias siempre intentó permanecer alejada de la influencia del núcleo duro del partido, del sector de Pablo Iglesias. Pero sin más pretensiones que contar con cierta capacidad crítica, pero sin entrar a la confrontación directa con el líder. Así, por ejemplo, los dirigentes regionales cuestionaron, sin mucha insistencia ciertamente, la compra del polémico chalé de Iglesias-Montero en Galapagar. Pero luego, ante las directrices de fondo llegadas desde Madrid siempre acabaron dando el visto bueno. Y ahí está la diputada Sofía Castañón como claro ejemplo.

¿Qué piensan en la dirección autonómica de Podemos sobre el nuevo código ético? ¿Dirán amén a todo? Lo que no parece que vayan a hacer es lo de la líder andaluza, Teresa Rodríguez, que, ante la deriva de la organización, con la que no comulgaba, decidió irse.