Los grandes olvidados de la Segunda Guerra Mundial

La presencia española en el campo de exterminio de Mauthausen

En estos días de mayo se conmemora el 75.º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y nuevamente los republicanos españoles vuelven a ser los grandes olvidados. Cuando el 5 de mayo de 1945 un destacamento del ejército aliado norteamericano, mandado por el coronel Richard R. Seibel, llegaba ante el campo de concentración de Mauthausen (Austria), se encontró sobre la puerta principal del recinto carcelario con una pancarta hecha con sábanas y el siguiente texto en español: "Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras". Hacía unas 48 horas que los prisioneros se habían apoderado del campo tras la huida de los guardianes de las SS ante el avance del ejército aliado.

Tras los presos comunes y opositores políticos austro-alemanes, los republicanos españoles fueron los siguientes presos ingresados en este campo, a partir de la segunda mitad del año 1940, tras ser apresados por las tropas alemanas en su avance de ocupación sobre Francia. Los españoles terminaron de construir el campo de concentración y la carretera de acceso al mismo. Del medio millón de españoles que habían pasado a Francia al caer Cataluña en poder de las fuerzas franquistas en febrero de 1939, muchos se incorporaron voluntarios a la Legión Extranjera y otros a las compañías de trabajo de extranjeros para poder salir de los campos de refugiados improvisados por las autoridades franceses en las playas del Sur, cercanas a la frontera, que no contaban con un mínimo de instalaciones que garantizaran las más imprescindibles necesidades vitales. Después fueron llegando nuevos prisioneros españoles por su participación en la Resistencia. Los españoles fueron declarados por los nazis apátridas y se distinguían por un triángulo azul con una "S" en el centro de "spanier". Pese a que proporcionalmente no eran la nacionalidad más numerosa en Mauthausen, su importancia entre los presos fue muy destacada por su elevada conciencia política antifascista, sus tres años previos de guerra civil, que les dio una gran capacidad para luchar y resistir y organizar comités clandestinos de resistencia y solidaridad.

El campo de Mauthausen era el centro directivo de una serie de campos auxiliares, entre ellos los denominados Gusen I, canteras de granito y fábricas de armamento, Gusen II, destinado a la construcción de una fábrica de armamento subterráneo, o el de Steyr, una fábrica de armas. Aunque concebidos inicialmente como campos de reeducación y exterminio, luego, siguiendo la idea del "obergruppenführer" (equivalente a teniente general) de las SS Oswald Pohl, los prisioneros debían ser exprimidos antes de su muerte hasta la última gota de vida, ejecutando trabajos para el III Reich, en condiciones insalubres y en los destinos más duros y peligrosos, hasta que morían por puro agotamiento físico o, ya inservibles, eran llevados a las cámaras de gas. En esa labor cooperaron con los nazis muchas de las grandes fábricas alemanas que dispusieron así de una mano de obra esclava. De hecho, junto a los campos se fueron fundando grandes fábricas, unas propiedad del círculo de industriales aliados del nazismo y otras incautadas por las SS.

Uno de los trabajos más duros de Mauthausen era el de la cantera, una montaña de piedra granítica en la que se había excavado un gran cráter. El acceso al fondo de la misma se hacía por una escalera de 186 peldaños construidos por los españoles. Cada día se agrandaba con el trabajo de los miles de prisioneros que extraían las grandes piedras y las cargaban en vagones o las subían pesadamente a cuestas por los 186 escalones.

Los prisioneros españoles que llegaron en los terribles años de 1940, 1941 y 1942 perecieron en un porcentaje altísimo, pero los que sobrevivieron lograron mantener una estructura clandestina de solidaridad que fue vital para los que vinieron después. Jean Laffitte, un prisionero francés autor del libro "Ceux que vivent" (París, 1958), resalta en el mismo la importancia que en Mauthausen representaba tener un amigo español.

El número total de españoles muertos en Mauthausen fue de 4.765, sobre un total de algo más de siete mil ingresados. Su lista la elaboró el preso español Casimiro Climent Sarrión, que trabajaba en la oficina de policía del campo y se encargó de las fichas de los españoles que, por tener dos apellidos, resultaban complicadas para los alemanes. Climent hizo doble ficha de todos y escondió la segunda copia entre el material de oficina sin usar, de manera que cuando los SS destruyeron todos los ficheros para no dejar testimonio de sus crímenes, este fondo documental se pudo salvar. Lo mismo ocurrió con numerosos negativos fotográficos escondidos por otro español, Antonio García Alonso, que desde mayo de 1941 trabajaba en el laboratorio fotográfico revelando, sacando copias? En esta labor fue ayudado por Francisco Boix Campo que se incorporó al laboratorio desde fines de 1942. García Alonso enfermó gravemente a fines de 1944 y Boix cambió las copias del escondite anterior y consiguió por medio de un joven del "Kommando Pochacher" sacarlas del campo y guardarlas en la casa de una mujer en el pueblo de Mauthausen.

El documento que se reproduce a continuación es obra de Bernardo Alonso Estrada, fechado en París en septiembre de 1945. La carta está dirigida a Rafael Fernández para que la hiciera circular mecanografiada entre los socialistas asturianos exiliados en Francia y México para recabar ayudas. Bernardo Alonso había nacido el 24 de marzo de 1899 en Carbayín (Siero) y aún niño comenzó a trabajar como minero. Ingresó en el Sindicato Minero Asturiano en 1912 y en el PSOE en 1919. Alcanzó el grado de capitán en la Guerra Civil y se exilió a Francia tras el final de la misma. Capturado por los alemanes ingresó en Mauthausen el 26 de abril de 1941 y allí sobrevivió hasta su liberación. Posteriormente emigró a México en el célebre "Sinaia" y se instaló en La Paz, un pequeño lugar en Baja California (México), acompañando a Amador Fernández, que se hizo cargo del hotel Perla, perteneciente al Gobierno mexicano. Falleció en México D.F. el 19 de marzo de 1966. Una copia mecanográfica del documento, con el título "Por allí saldrás tú también?", se conserva en el archivo de la Fundación José Barreiro en Oviedo, institución que guarda la memoria documental de los socialistas asturianos. La relación mecanografiada de los asturianos muertos en Mauthausen y Gusen, en número de 96, también se conserva en la citada Fundación Barreiro. Climent sacó del campo todas las fichas en maletas y ayudado por varias personas hicieron ocho copias a máquina (360 hojas) que fueron distribuidas entre los representantes de los diferentes partidos políticos y sindicales que había en el campo, y otras dos fueron entregadas al Ministerio de Antiguos Combatientes y Víctimas de Guerra del Gobierno francés y a la Cruz Roja Internacional.

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