Tino Pertierra

Happy Sagi y Happy Javi nos ponen las pilas

Inyección de optimismo de dos grandes de la escena y una petición común: apoyar la cultura porque es alimento del alma

A Emilio Sagi le llaman "Happy Sagi" porque siempre ve el lado bueno de las cosas. El teatro medio lleno, nunca medio vacío. Optimismo en vena y que la música no decaiga. Nunca. Ayer lo demostró bajo un chorro de luz, la misma luz que Javier Gutiérrez ve al final del túnel en la isla máxima de la esperanza tras el maldito virus. "Happy Javi", también. Venga, menos amargura y más finales felices. O casi. Ambos compartieron la visión desafiante de la cultura como alimento del alma. La suya, la tuya, la nuestra. Teatro, ópera, cine, literatura. El confinamiento lo demostró: qué poco somos sin cultura. Sagi recordó lo que dicen del teatro: un enfermo moribundo que nunca muere. No lo hace porque lo sostienen profesionales como ellos. Nuestro corazón y nuestra alma piden algo que los enriquezca, dijo Sagi antes de lanzar la primera piedra de toque: el gobierno debería mojarse. Eso, que se moje: tanto preocuparse de los estadios con público o sin público y de la cultura quién se acuerda. Gutiérrez también reclamó un esfuerzo al Gobierno. Porque hay mucha gente que se quedó atrás. Y hay que rescatarla. La cultura, martilleó, da trabajo a 700.000 personas. Punto. No se piden subvenciones: "Pedimos que nos tengan en cuenta". Nada menos.

Sagi repitió un estribillo que exige voluntad y sacrificio. Y creatividad, claro: hay que tirar para adelante. Una ventaja: "Nos pone el peligro". O sea, correr riesgos. Lo fácil es difícil que motive. Y Javier se reía desde Madrid. Sin ingenuidades, ¿vale? Costará. Y mucho. A ver cómo se monta un espectáculo si hay que poner a los miembros del coro a dos metros de distancia o los músicos están como sardinas en lata en fosos pequeños. Cómo va a haber una pelea en "Carmen" si los cantantes no se pueden acercar. Gutiérrez asentía: sin ardor o pasión no tiene sentido hacer una obra que lo pida. Positivos y realistas: ir poco a poco porque las limitaciones de aforo hacen inviable muchas propuestas. Pero a finales de año... tal vez en enero... Y ojo: el confinamiento ha puesto a mil por hora la creatividad de escritores, guionistas, directores. Agárrense que vendrán curvas muy interesantes. Y con el público necesario, sin "descafeinar" el patio de butacas. Superemos este miedo. Con sensatez y precaución, pero con valentía. E imaginación, reclamó Sagi, "mientras capeamos el temporal": esto no se puede morir. Y Gutiérrez lanzó un mensaje: un teatro sin público es un teatro muerto. Vivimos del público, remachó Sagi. Creadores, espectadores: todos a una. Como en...

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