LNE FRANCISO GARCIA

Tres alcaldes que valen por medio millón

Alfredo Canteli, Ana González y Mariví Monteserín huyen del distanciamiento y hacen balance de una época difícil y confusa

LA NUEVA ESPAÑA acogió ayer en la sede del periódico a más de 570.000 asturianos. Más de la mitad de la región, el corazón y los ventrículos de su fallida área metropolitana, cupieron en el inmueble en el que se construye cada día un edificio robusto de papel y desde el que se circula por las autopistas de la información a los mandos de su edición digital. Se preguntarán cómo se consigue ese Récord Guinness sin saltarse las medidas oficiales de distanciamiento ni causarle a Barbón la cefalea de un conato de conflicto de salud pública. La respuesta es sencilla: reuniendo en una sala espaciosa a los alcaldes de las tres ciudades principales, los tres con mascarilla.

Llegó Alfredo Canteli, alcalde de Oviedo, del PP, entregado al corte clásico: traje azul marino, camisa azul y corbata a juego. Mariví Monteserín, regidora de Avilés, del PSOE, de verde esperanza la chaqueta y pañoleta a juego, verde y blanca, como un mordisco generoso de manzana Granny Smith. De Ana González, la también socialista mandataria de Gijón, se puede decir que vino al encuentro como es ella, sin concesiones al fondo de armario. Con la pulsera de Battambang que le regaló el jesuita Kike Figaredo cuando fue a visitarle a Camboya.

Por sus palabras los conoceréis, pero también por sus gestos parlanchines. Monteserín tiene un hablar pausado y cadencioso, como de métrica endecasílaba que ya quisieran las locutoras de consultorio sentimental. De Ana González hay que destacar que habla mucho, sobre todo con las manos. Gesticula tanto que sus ademanes dicen el doble de lo que cuenta. Canteli es más sucinto, se ve que es paisano de orden: las cosas claras y el chocolate espeso; al pan, pan; y al vino, vino. Y el área metropolitana, para quien lo quiera, que Oviedo no, por ahora.

La capital administrativa y la marítima son ciudades tan distintas como aparentan serlo sus alcaldes. Alfredo Canteli, titular de la sede ovetense, al contrario que su homóloga de la villa marinera, mantiene durante la conversación una actitud hierática, tal que un friso egipcio del juicio de Osiris. Rígido en las formas como un patricio romano, no vuelve el torso y en todo caso se permite la licencia de arquear las cejas. Esa solemnidad capitalina se desata, sin embargo, cuando menos se espera. Cuestionado por lo mejor de las otras dos ciudades, desenfundó el "Colt" raudo: "Lo tengo claro: la playa y la playa", dijo, apuntando con cada uno de sus índices a sus dos contertulias. Cuando Mariví Monteserín, alcaldesa de Avilés, intervino para recordar al ovetense que no hay playa en el municipio avilesino, Canteli resolvió con salero: "Entonces, Casa Lin".

De lo que quisieron hacer durante la pandemia y no pudieron, González dice que le dolió "no poder llegar a toda la gente necesitada a la que había que llegar". En similares términos de condolencia social se expresó Monteserín: "No haber podido hacer todo lo posible para que nadie se sintiera tan vulnerable". Canteli, por su parte, manifestó que le hubiera gustado no permanecer confinado "para poder estar en la calle con los ovetenses, que es lo que hago siempre".

Al finalizar el encuentro, medio millón de asturianos encaminaron en fila india el retorno a sus lares: unos, Calvo Sotelo abajo hacia la Escandalera; otros, apretando el paso para procurar llegar a tiempo al paseo vespertino en el Muro y a un vino amable en una terraza en El Carbayedo.

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