No solo se puede acudir a los medios de comunicación para criticar o denunciar algo, también, y sobre todo, cuando hay algo bonito o positivo que destacar, como es mi caso.

Después de unos días de la muerte de mi padre, Manuel Julio Velasco Velasco, me tomo un momento un poco más sereno y sosegado, pero con el dolor en el corazón por la pérdida de un hombre bueno, sencillo y entregado a su familia.

Y lo hago no para proclamar las alabanzas de mi padre, que eso lo dejo para el buen Dios, sino para proclamar las alabanzas del Servicio de Cardiología del HUCA y de la UCI-2.

En la semana que estuvo mi padre ingresado, cinco días en planta de Cardiología y tres en UCI-2, solo encontramos médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza y capellanes, entregados, capaces, sensibles, no solo ocupados y preocupados en sacar a mi padre adelante, sino también preocupados por mi madre, mi hermana y por mí. En estos días, hemos visto cercanía, delicadeza, humanidad a chorro. El personal sanitario ha tenido claro que los medios terapéuticos necesarios y el calor humano han de ir de la mano en el tratamiento al enfermo.

Nos confortó mucho el poder acompañar a mi padre en los momentos finales de su vida; falleció cogido de las manos de mi madre y mías.

El cariño y el mimo con los que habéis tratado a mi padre permanecerán imborrables en la retina de mis ojos para siempre. Mi familia y yo contraemos con vosotros una deuda de gratitud que no sé yo si seremos capaces de saldarla algún día, pienso que no.

Tenemos una sanidad pública de diez a la que hemos de cuidar entre todos; pido a las autoridades que no escatimen recursos para que los sanitarios puedan seguir desarrollando su noble, fundamental y valorada misión.

Concluyo estas breves líneas dedicando al servicio de Cardiología del HUCA y a la UCI-2 una de las palabras más bonitas de nuestro diccionario: Gracias.