Es cierto e incontestable que nuestra cultura es androcéntrica y que el lenguaje es una construcción social que manifiesta los prejuicios sexistas todavía vigentes. Sin embargo, el uso que debe hacerse del lenguaje no sexista ha de ser igualitario e incluyente para que, consciente y consecuentemente, se fomente una imagen equitativa y no estereotipada de las personas a las que se destina o refiere. Generalmente, un uso no sexista del lenguaje trata de obtener un lenguaje verdaderamente neutro, común, que evite tratamientos asimétricos y/o discriminatorios, invisibilización y tópicos sexistas.
Y para cumplir el objetivo de equidad existen diferentes recursos y técnicas aunque no fórmulas absolutas para un uso no sexista del lenguaje; existen estrategias y recursos que ayudan, pero en función del contexto y la tesitura, de lo que se desee comunicar y el contenido del mensaje, tendremos que adecuar el lenguaje a las metas.
Por ende, la decisión anunciada hace unos días de los dos concejales del grupo municipal Somos Corvera de suprimir el tratamiento masculino en sus intervenciones públicas y en sus comunicados oficiales hace un flaco favor a la necesaria lucha de un feminismo riguroso, inteligente y sensato, sobre todo, por parte de los representantes públicos.
