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Dios contra todo

La ciencia y la fe, a propósito del Santo Sudario

En 1970 Stephen Hawking consiguió demostrar que, según la teoría general de la relatividad, tuvo que haber en el pasado del Universo un estado de densidad infinita, con toda la materia y energía concentradas en un espacio mínimo. Esa singularidad era el principio del Universo, el Big-Bang o gran explosión, un inicio simultáneo de espacio y tiempo.

Dijo también, años después, algo así (esto es un poco difícil de entender y explicar) como que el famoso Big-Bang, el inicio supremo de todo, pudo surgir de la nada, de la ausencia absoluta de materia antes de la materia, que pudo no necesitar un creador que crease esa materia ni mucho menos encendiese la mecha de la creación. Si antes del Big-Bang no existía el tiempo, ¿cómo podría existir alguien o algo anterior a ese mismo tiempo?.

Hawking lleva décadas tratando de demostrar este preinicio del universo con diversas teorías, y probablemente ninguna de las personas que están leyendo ahora esta columna llegarán a ver la teoría definitiva.

Viene esto a cuento del simposio que estos días analiza las reliquias del santo sudario en Oviedo, donde la ciencia las tacha directamente de fraude insostenible (las pruebas del carbono 14 datan el tejido en el siglo VIII) y la iglesia capea como puede una situación a todas luces inverosímil. Al fin y al cabo, el cristianismo lleva años basándose en hechos inverosímiles.

Yo, en estos casos, no puedo dejar de pensar que "gracias" a la iglesia la humanidad tuvo un retraso cultural y de evolución científica de diez siglos por obra y gracia de la imposición del cristianismo, primero, y por la inquisición, después. Cualquier teoría contraria al mito de la creación divina era sepultada.

No olvidemos que en el siglo III ya barajábamos la idea de un sistema heliocéntrico e incluso intuíamos que las órbitas podían ser elípticas, teorías que tuvimos que posponer durante siglos bajo el yugo de la inquisición.

Fue la lucha de religiones la que desmanteló y destruyó todo nuestro conocimiento acumulado en la gran biblioteca de Alejandría hace casi veinte siglos. Allí se estudió y se desarrolló la ciencia que hoy nos ha llevado al espacio, la ciencia que después estuvo condenada más de diez siglos al ostracismo hasta que, ya en el renacimiento, recuperamos el modelo heliocéntrico a riesgo de destierro, tortura o quema en la hoguera...

El Papa Juan Pablo II pidió perdón y absolvió en 1992 a Galileo Galilei 360 años después de la sentencia inquisitoria por la cual pasó el resto de su vida entre cárceles y arrestos domiciliarios. El motivo: afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol...

Sin ese letargo cultural impuesto por la iglesia, hoy podríamos tener colonias en la luna, o Marte, o tal vez habríamos encontrado ya una forma de desplazamiento relativamente rápida a otras galaxias. Tal vez el cáncer sería hoy una gripe, y la gripe no hubiera sido la epidemia que asoló Europa.

Por eso, a estas alturas de la historia, aún me sorprende ver noticias como la del simposio de Oviedo, donde aún se discute lo indiscutible.

¿Y a qué ha venido todo esto?. Pues no lo sé con exactitud, pero probablemente ha sido el cura de turno defendiendo en la TPA la autenticidad del santo sudario de Oviedo lo que me ha puesto de muy mala leche ayer delante de la tele.

A quién no...

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