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Ventanal

Más soberanía y artículo 155

Terapia sugerida para hacer frente a la reactivación de las ínfulas soberanistas en Cataluña

En ocasiones se produce una acumulación simultánea de hechos noticiables que dificulta la comprensión e incorporación de los mismos a las verdaderas preocupaciones que afronta el hombre de la calle. Añadir las chapuzas universitarias, el "mastergate" de la presidenta de la Comunidad de Madrid; el encuentro de las "kellys" con Rajoy, las regañinas en Mallorca entre suegra y nuera de la Familia Real, los interrogantes de los Presupuestos Generales del Estado, y la última, la cara del "procés" con Puigdemont brindando a la salida de su encarcelamiento en Alemania, sumarlas, repito, a las rutinarias pero complejas de la tarea laboral y familiar, a los deberes de los niños y a las impertinencias de los adolescentes, a las exigencias de Montoro, las torpezas del equipo o las quinielas esquivas y más superan la capacidad de tener un ordenado amueblamiento mental.

En tales circunstancias es recomendable poner unos filtros de urgencia a las informaciones que disparan los medios. Vale la distinción entre interesantes e importantes, y así de una tacada podemos obviar la mayoría de las referencias que entran en la chismología. De las políticas, mejor quedarse con los resúmenes y contener los ánimos en algunos temas, como es el caso del golpismo en Cataluña, reactivado en las últimas horas.

Cuando parecía atado y bien atado, incluso con un efecto "dominó" para los prófugos dispersos, un tribunal alemán de nivel regional da al traste con los planes de un instructor del Tribunal Supremo de España a cuenta de la interpretación del concepto de violencia y solamente admite una posible extradición por malversación de caudales públicos, que a falta de la imputación de rebelión debe aceptarse, porque nueve años de cárcel y otros tantos de inhabilitación tampoco están mal.

A escala política, el desánimo ha llegado a todos los niveles, mientras la euforia en los secesionistas es insultante y alcanzará su culminación en la fecha próxima de Sant Jordi. A cuenta de imagen, los golpistas han ganado por goleada a nivel nacional e internacional. ¿Se puede hacer algo? De momento, rechazar el "harakiri" invocando la dignidad herida. Mejor reforzar la presencia del Estado en las instituciones catalanas, respaldar al Poder Judicial, la Fiscalía y el Tribunal Constitucional para que mantengan el ánimo y utilizar todos los recursos que tiene un Estado democrático y moderno para revertir a la legalidad y acabar con tanto desafuero. España tiene que salir de este trance por ella misma, sin trampantojos externos, exhibiendo sin complejos su soberanía y si hay que dar portazos en Bruselas, Berlín, Londres y Berna, que suenen; nuestra capacidad económica bien vale una misa.

Algunos buenistas y antitodo han vuelto a insistir en el diálogo como fórmula. Vale, pero solamente cuando se restablezca la legalidad; y mientras, de verdad, exigir a Rajoy que refuerce la aplicación del 155, no sea que haya que acudir al estado de alarma. ¿Se acuerdan de que Rodríguez Zapatero y Rubalcaba la aplicaron a los controladores aéreos? No eran precisamente los CDR que ahora pretenden colapsar El Prat.

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