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Vita brevis

El resucitado

Sobre el acceso a la Presidencia del Gobierno del socialista Pedro Sánchez

No fue a los tres días. En esta ocasión tuvo que andar por los infiernos durante dos años, igual que en su día el Atlético de Madrid, del que es forofo. Pero, al final, resucitó. Como es natural en estos casos, tras la resurrección subió a los cielos de la Moncloa y está sentado en el trono a la derecha de Felipe VI.

Lo sucedido con Pedro Sánchez constituye un misterio religioso, sobre el que habrá que escribir en su momento un evangelio apócrifo o, tal vez, canónico, teniendo en cuenta que en gran parte se produjo por obra y gracia de San Ignacio de Loyola. Como todo el mundo sabe, Pedro Sánchez debe la Presidencia del Gobierno al PNV, que son las siglas del Partido Nacionalista Vasco, que es la expresión política de los jesuitas. En euskera llaman a este partido Euzko Alderdi Jeltzalea, que no es su traducción literal, puesto que significa "partido vasco de los simpatizantes del JEL", siendo este JEL las iniciales del lema "Dios y ley vieja", que son los principios fundacionales del ultramontano Sabino Arana.

Fueron los diputados de ese partido los que dieron sus votos favorables a la moción de censura, sin los que ésta no podía haber prosperado. Fueron los votos de Dios y de la ley vieja, que decidieron sumarse a la moción de censura en un capítulo general de sus jesuíticos gerifaltes en que así lo acordaron tras haber rezado el rosario. Agur Maria, graziaz vetea, Jauna da zurekin, bedeinkatua zera zu andre guzien artean eta bedeinkatua da zure sabeleko fruitua, Jesus.

Fue la mejor decisión para el cepillo, ya que habían conseguido esquilmarnos a todos con el cupo vasco y unos cuantos milloncejos por añadidura que habían comprometido a Rajoy para aprobarle los Presupuestos. Con éstos asegurados, pensaron que con el nuevo sólo podría ir todo a mayores. O sea, Pedro Sánchez fue objeto de un milagro, aunque luego, de forma desagradecida, prometiera su cargo sin símbolos religiosos. Eso sí, también prometió previamente ser respetuoso con el cupo vasco y los Presupuestos del PP, donde se incluyen los milloncejos vascongados, que no son tiempos para volver a expulsar a los jesuitas, como en el siglo XVIII, comocuando las guerras carlistas y, por último, como en la II República.

Así que, gracias a Dios y a las leyes viejas, hemos jubilado al gobierno de Mariano Rajoy. La verdad es que era de una gran tristeza, porque es difícil encontrar una profesión más deprimente que la de registrador de la propiedad, que es la suya. Ya me contarán lo que puede ser dedicar una vida a anotar en un libro los linderos de las fincas: al Norte, con herederos de Pepito López; al Sur, con arroyo; al Este, con camino, y al Oeste, con resto de la finca matriz. Añádale alguna hipoteca kilométrica con cláusulas incomprensibles. Cómo pretendían que don Mariano sonriera. Para mayor inri, los ministros tampoco se dedicaban a profesiones más jocosas, que había unos cuentos abogados del Estado, que es un cuerpo muy prestigioso, pero por lo que se ve bastante cenizo, que hasta el propio Ángel Herrera Oria pidió la excedencia al poco de aprobar las oposiciones y se dedicó al periodismo, luego a la política y, al final, a la clerecía, donde alcanzó la obispalía de Málaga y el sublime grado de cardenal.

Ahora la política nacional promete mayores alegrías. No es que la profesión de Pedro Sánchez dé para muchas alharacas, porque es economista que, al cambio, viene a ser como un contable mejorado. No se esperan de él metafísicas disertaciones como las de Zapatero, sobre que la tierra no pertenece a nadie, salvo al viento. Pero seguramente nombrará a algunos ministros y ministras que puedan dar mucho juego, como lo dio en su día Bibiana Aído, con sus "miembros y miembras", que por ahí va a ir la cosa. Por lo demás, es el momento del Atlético de Madrid, con Pedro Sánchez y el Rey en la tribuna.

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